
Los impresionantes candelabros y otros artefactos que se exhiben en la galería de Régis Mathieu en Nueva York son verdaderos destacados en el mundo del diseño de lámparas de araña. Nadie trabaja tan duro como Régis Mathieu para preservar este arte único. Nacido en Marsella, hijo del renombrado diseñador de iluminación Henri Mathieu, Régis tomó las riendas de la empresa familiar, Mathieu Lustrerie, a la temprana edad de 19 años.
En la actualidad, cuando no está ocupado restaurando deslumbrantes piezas para lugares icónicos como el Palacio de Versalles o la Catedral de Notre Dame, Mathieu se dedica a crear accesorios únicos. Entre sus clientes se encuentran casas de moda francesas como Saint Laurent, para quienes diseñó un impresionante pasillo de candelabros para su desfile en la Semana de la Moda de París el pasado mes de febrero. Además, ha colaborado con celebridades como Brad Pitt, quien encargó una extraordinaria lámpara de araña con forma de pulpo para la bodega Château Miraval del actor.
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Hasta hace poco, solo los expertos de la industria sabían que Mathieu también administra galerías en la ciudad de Nueva York y París, y opera un museo en Gargas, en su Provenza natal. Pero ese museo ha construido silenciosamente una reputación como lugar de visita obligada: alberga una colección privada de más de mil candelabros que datan desde la Edad Media.
Ubicado en una antigua fábrica que producía ocre (un pigmento de arcilla natural), el museo, que es gratuito para el público, exhibe tesoros como una confección de cristal Baccarat de 1878. Las luces, que funcionan con energía solar, están siempre encendidas: se anima a los visitantes a verlas por la noche, cuando un suave resplandor luminoso brilla a través de las ventanas de piso a techo.

En 2022, el museo presentó un tercer espacio de exposición dedicado a los candelabros contemporáneos de la empresa, junto con piezas de otros diseñadores, como Maria Grazia Rosin y Warren Mueller. En el taller, los visitantes pueden observar a los artesanos fabricar piezas personalizadas para clientes como Cartier y el cercano complejo turístico Coquillade Provence.
También es novedoso un parque de 10 acres diseñado alrededor de las pilas de piedra que antes se utilizaban para lavar el mineral de ocre traído del pueblo vecino de Roussillon. Mathieu espera que el parque profundice la conexión de los viajeros con la región, además de atraer a una generación más joven: «Tenemos que escribir la historia de los candelabros hoy en día».
