Antes de que estallara la guerra, un hombre en Rostov del Don, al sur de Rusia, pensó que el mejor plato que le podía cocinar a esa chica que acababa de conocer en Tinder era una merluza negra de la Patagonia. Su nombre, Konstantin Voronin; el de ella, Ksenia Romantsova. Él, por temporadas chef de yates de lujo que navegaban por el Mediterráneo. Ella, directora de tiendas de una reconocida marca de indumentaria japonesa. La elección fue acertada. A ella le gustó la comida, le gustó él y, después de tres años juntos y una hija en camino, le gustó también la idea de migrar juntos a Argentina para abrir «Musgo«, un restaurante cuyo plato principial terminó siendo, coincidentemente, la merluza negra de la Patagonia.
Una historia inexplicable de cervezas, vinos y algo de inconsciencia

Aterrizaron en Buenos Aires, con una hija a punto de nacer y el proyecto de un restaurante bajo el brazo. Se sumergieron en la cultura local, explorando la ciudad y familiarizándose con los productos y sabores argentinos. Descubrieron que, a pesar de la reputación internacional de los langostinos y la merluza negra, muchos argentinos no estaban tan familiarizados con ellos como habían esperado. También que la carne era mucho mejor que lo que ellos, acostumbrados a la de Estados Unidos o Japón, sabían. A pesar de los desafíos logísticos que implica obtener ciertos productos en Buenos Aires, se decidieron a acercar los sabores del sur al paladar porteño.
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La reciente apertura de Musgo da vida a un emocionante capítulo en la escena gastronómica porteña, adentrándose en un territorio culinario inexplorado con un innovador concepto: Patagandi. Inspirado en el estilo de diseño Japandi, que combina elementos japoneses y escandinavos, Patagandi fusiona los sabores de la Patagonia con técnicas de cocción asiáticas y la elegancia minimalista del norte de Europa. Este matrimonio de culturas se refleja no solo en el menú, sino también en la estética del local, donde la naturaleza se convierte en protagonista a través de elementos como piedras y arbustos.

Tras 20 años de experiencia en el sector, Konstantin apuesta a aplicar en Musgo su filosofía de que los platos sean exquisitos en cada paso del proceso de cocción, por lo que la cocina será abierta e integrada a la experiencia del cliente. Con el respaldo de su experimentado sous chef, Luciano Campos, y la experticia en vinos de Sorrel Moseley-Williams, Musgo se prepara para ofrecer una experiencia gastronómica única en la ciudad.
La carta de Musgo es un viaje culinario que abraza la diversidad. Desde el ojo de bife con golden curry y coliflor hasta el roast beef en tempura con menta japonesa y ponzu, cada plato es una celebración de la creatividad y la exquisitez. Además, la cocina del restaurante incorpora sutiles guiños a la herencia rusa de los fundadores, destacando ingredientes como las raíces y técnicas de cocción tradicionales como el ahumado con astillas.