
El Museo del Prado de Madrid es uno de los museos de arte más importantes del mundo que alberga una colección incomparable de obras maestras de la pintura europea. Fundado en 1819, es una institución bicentenaria cuyo carácter singular se debe en gran medida a los gustos coleccionistas de los monarcas españoles de los siglos XVI y XVII.
Punto álgido de interés turístico y cultural, son muchos los contingentes que a eligen este destino para llevarse en sus retinas el recuerdo de las obras que guarda en su interior. A veces, sin embargo, el tiempo apremia y las visitas no pueden prolongarse más allá de una hora del tour. ¿Qué obras no puedes dejar de ver en ese tiempo? ¿Cuáles son las piezas de arte que indefectiblemente debes ver?
Es un hermoso pueblo en Francia, está a 1 hora de Girona y tiene un gran museo con obras de Picasso

Las obras imprescindibles del Museo del Prado en una visita exprés
Según se explica en el portal oficial del Museo, las colecciones respondieron en principio a los gustos de los reyes de los siglos XVI y XVII. A diferencia del coleccionismo enciclopédico moderno, estos reyes aspiraban a reunir extensas colecciones de sus artistas preferidos, como El Bosco, Tiziano, El Greco, Rubens, Velázquez y Goya, lo que explica la abundancia de obras de estos maestros en el museo.
Aunque esto generó algunas lagunas en la colección, especialmente en ciertos períodos o estilos menos apreciados en su época, la influencia de estos artistas fue decisiva para el desarrollo del arte español. Con la llegada de la dinastía Borbón en el siglo XVIII, se incorporaron destacados pintores franceses e italianos y en el siglo XIX. Posteriormente, con la disminución del papel internacional de España, el museo continuó creciendo gracias a las adquisiciones nacionales y a las desamortizaciones eclesiásticas.
Las Meninas de Velázquez

Sin dudas, la obra maestra de Diego Velázquez. «Las Meninas«, realizada en 1656, es un verdadero monumento del arte español y una de las piezas más célebres del museo. Velázquez se autorretrata pintando a la familia real, creando una composición llena de complejidad y una perspectiva audaz que involucra al espectador en la escena.
El Jardín de las delicias de El Bosco
Otra obra imprescindible es el enigmático tríptico «El Jardín de las Delicias» de Hieronymus Bosch (El Bosco). Creado entre 1490 y 1510, esta pieza de arte visionaria presenta una narrativa simbólica que explora el paraíso, el pecado y el infierno. Las imágenes surrealistas y detalladas de Bosch han cautivado a los espectadores durante siglos, convirtiendo esta obra en una de las más fascinantes del Museo del Prado.
El caballero de la mano en el pecho de El Greco
«El Caballero de la Mano en el Pecho» de El Greco es un retrato icónico del Renacimiento español, realizado en 1580, que destaca por su intensa expresividad y la mirada penetrante del caballero. La pose solemne y la mano en el pecho simbolizan honor y compromiso, características muy valoradas en la España del Siglo de Oro.
La Maja Desnuda
Ninguna visita al Museo del Prado estaría completa sin contemplar la audaz «La Maja Desnuda» de Francisco de Goya. Esta provocadora obra, realizada entre 1797 y 1800, retrata a una mujer desnuda de manera natural y desinhibida, rompiendo con las convenciones artísticas de su época. El misterio que rodea la identidad de la modelo y la existencia de su contraparte, «La Maja Vestida», añaden un atractivo adicional a esta pintura icónica.
Las Tres Gracias de Rubens
«Las Tres Gracias» de Peter Paul Rubens es la celebración del ideal clásico de la belleza femenina, realizada entre 1630 y 1635. Representa a las tres gracias de la mitología griega con una exuberancia y un dinamismo característicos del estilo barroco de Rubens. La sensualidad y la vivacidad de las figuras, así como la rica paleta de colores, hacen de esta obra una pieza esencial del Museo del Prado.
Más allá de las obras: los museos más fascinantes del mundo
El Descendimiento de Van der Weyden

«El Descendimiento» de Rogier van der Weyden, es una obra maestra del arte flamenco realizada en 1435. Este impactante retablo captura con gran detalle y emotividad el dolor y la tragedia de la escena del descendimiento de Cristo. La composición y el uso de colores vivos reflejan la maestría técnica de Van der Weyden y su habilidad para transmitir emociones profundas.
El Jardín de la Villa Médicis
Otra joya del Museo del Prado es «El Jardín de la Villa Médicis» de Diego Velázquez, una serie de pequeñas pero significativas obras realizadas en 1630. Estas pinturas muestran la maestría de Velázquez en la representación de paisajes y su habilidad para capturar la luz natural. Son un ejemplo perfecto de cómo el artista transformaba escenas cotidianas en obras de arte sublimes.
Saturno devorando a su hijo
«Saturno Devorando a su Hijo» de Francisco de Goya forma parte de sus famosas «Pinturas Negras». Esta aterradora representación del mito griego de Saturno, realizada entre 1819 y 1823, es a la vez grotesca y fascinante, reflejando la visión pesimista y atormentada del artista en sus últimos años. Es una pintura que deja una impresión duradera por su brutalidad e intensa carga emocional.
La Anunciación de Fra Angelico
«La Anunciación» de Fra Angelico es una delicada joya del Renacimiento temprano realizada entre 1425 y 1428. Fra Angelico captura con serenidad y gracia el momento de la Anunciación, con la Virgen María y el arcángel Gabriel en un espacio arquitectónico lleno de luz y armonía. La pureza y la espiritualidad de la escena hacen de esta obra una pieza imprescindible en cualquier visita al Museo del Prado.
El Jardín del amor de Rubens
«El Jardín del Amor» de Peter Paul Rubens representa una escena bucólica y festiva realizada entre 1630 y 1635. Esta obra es un homenaje a la alegría de vivir y al placer de la compañía humana. La composición dinámica, la rica paleta de colores y la exuberancia de las figuras muestran la maestría de Rubens en el estilo barroco y su habilidad para capturar el movimiento y la vitalidad.