
10:47 a.m. Después de un viaje de tres horas, finalmente estamos aquí. El ambiente enigmático de este lugar se hace sentir desde el camino sinuoso que atravesamos en autobús. Si bien había visto numerosas fotos, vídeos y documentales, es mucho más imponente en persona. Como miles de turistas, nunca pensé que vería Machu Picchu con mis propios ojos, pero aquí estoy frente a una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. Y me siento tan pequeña e insignificante en comparación con un sitio tan célebre y fantástico.
Después de mostrar mi boleto en la casilla de la entrada y verificar que mi mochila es más pequeña que las medidas establecidas por las guías oficiales de turismo (20 x 35 x 40 centímetros), camino rápidamente. He esperado este momento durante meses. Ahora sí, vislumbro los famosos muros hechos de piedra y un par de casitas que, gracias a los trabajos de restauración, se ven más relucientes y están protegidas con techos de doble agua… Tal como lo pensaron los incas hace más de 550 años atrás.
El cielo está azul y, aunque hay algunas nubes, el sol brilla sobre las tres montañas principales: Wayna Picchu (montaña joven), Putucusi (montaña feliz) y Machu Picchu (montaña vieja). “Qué espectáculo”, pienso y luego me doy cuenta de que aún tengo muchos rincones por explorar.
Machu Picchu, el legado de Pachacútec
Antes de continuar, siento que tengo que honrar la visión de los incas y contar un poco sobre la historia de Machu Picchu.


A mediados del siglo XV, Pachacútec, el noveno sapa inca (o gobernador supremo en español), inició la construcción de un lugar que, según nuestra guía Catherine, tendría dos funciones principales. Por un lado, fue un punto de encuentro religioso al que la gente acudía con ofrendas como papa, maíz, cerámica, objetos de oro y plata o cualquier otra cosa que les haya tomado tiempo producir. Por otro lado, fue una especie de universidad. En otras palabras, quienes tenían posiciones clave en el Imperio llegaban a Machu Picchu para profundizar sus conocimientos. Cuanto más sabiduría poseían, mayor era el respeto recibido.
Machu Picchu también tenía (tiene) casas, almacenes y templos, así como miradores de piedra que eran utilizados para observar los astros. Esto significa que efectivamente era una ciudad en todo el sentido de la palabra. En aquella época no existían las metrópolis, pero no se me ocurre otra palabra para describirlo de forma adecuada.
Un trayecto panorámico bordeado por tierras generosas
6:47 a.m. Me estoy hospedando en Tambo del Inka, a Luxury Collection Resort, que se encuentra en la ciudad de Urubamba, en el Valle Sagrado, a medio camino entre Cusco y Machu Picchu. Una de las muchas ventajas de este hotel es que dispone de una estación privada de PeruRail, así que estoy a unos pasos del convoy que partirá en los próximos tres minutos.
Una vez que el controlador verifica que los datos de mi tarjeta de embarque coinciden con los de mi pasaporte, subo al coche A y me ubico en el asiento número 42. Para mi sorpresa, no hay nadie, de modo que puedo disfrutar de las vistas panorámicas de ambos lados y tomar tantas fotos y vídeos como quiera. Por lo menos hasta llegar a la estación de Ollantaytambo, donde, por lo general, suben la mayoría de los pasajeros.



Este servicio de PeruRail cuesta, por adulto, unos USD 164 (USD 79.20 para la ida y USD 84.60 para el regreso). Incluye una cajita con refrigerios y una bebida, así como música ambiental (aunque en realidad no la necesita; las montañas, el río, los túneles, hoteles colgantes, vacas y sembradíos de maíz son lo suficientemente pintorescos como para distraerse durante el viaje). Otra opción popular para llegar a la estación de Aguas Calientes, que está en Machu Picchu Pueblo, es Inca Rail.
9:03 a.m. El tren se detiene en el kilómetro 104 – estación Cochabamba. Aquí se bajan aquellos viajeros que tienen pensado hacer el Camino del Inca. Esta ruta, que está compuesta por senderos utilizados por los incas, dura varios días. En mi opinión, debería estar reservada para quienes disfrutan de las actividades al aire libre y tienen una muy buena condición física.
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Una ciudad sagrada que se convirtió en un fenómeno mundial
Machu Picchu Pueblo nos da la bienvenida con el sonido del río Urubamba, el canto de los pájaros y lenguas de todas partes del mundo. No puedo dejar de mirar hacia arriba para ver las montañas, pero los colores de los caminos de mesa, ponchos, pompones y joyería de las tienditas que están dispersas por todo el lugar también me llaman la atención. Algunas también venden agua, barritas de cereal y caramelos de coca, que están hechos con una planta que se utiliza desde hace años en esta región para combatir el mal de altura. Además, tienen carteles que rezan “stamp your passport here” o “guardamos equipaje”.
Como dije, el trecho que va desde la base de la montaña hasta la entrada de la atracción que nos compete es un poco accidentado. Podríamos subir a pie y ahorrarnos los USD 24 que cuesta el bus, pero esta es la vía más rápida y ya quiero ver qué nos encontraremos por allá. Sin quieres estar cómodo y concentrarte en cómo el sol alumbra las montañas y las envuelve en un halo misterioso, te comparto algunos consejos que me funcionaron:
- Ve al baño antes de salir de la estación de trenes porque dentro de Machu Picchu no hay ningún servicio. Suele haber fila, pero avanza rápidamente.
- Come ligero el día anterior y el día del viaje (o, mejor dicho, durante toda tu estadía en Cusco).
- Evita tomar alcohol.
- Mantente hidratado y, si puedes, bebe té de coca o de muña. No solo son buenos para calentarse durante la noche, sino que también tienen propiedades digestivas. El de coca es mi favorito y bebí unas cuantas tazas en el lobby de Tambo del Inka.
- Usa ropa fresca y un calzado confortable. Sé que se necesita un buen outfit para las fotos, pero no debes olvidar que vas a caminar. Y mucho.
10:41 a.m. Por fin estamos por iniciar la ruta 3-B del circuito 3, conocido como “Machupicchu realeza”. Sé que no conseguiré la copia exacta de la foto clásica donde se puede contemplar toda la ciudad. Sin embargo, este boleto, que cuesta USD 40.55 en la página del Ministerio de Cultura de Perú, nos da acceso a algunas de las estructuras y edificios más importantes. Esto incluye los Templos del Sol y del Cóndor, la Casa del Inka y las Fuentes Ceremoniales.
Lo primero que noto al entrar en la ciudad es la paz y los «wow» y «oh» de quienes han venido por primera vez. Esta también es mi primera vez, pero no hablo. Solo quiero absorber la belleza del paisaje natural que se encuentra frente a mí, con su vegetación, casitas de piedra y la calidez del sol.

Nos quedamos un buen rato en las terrazas, que otrora fueron utilizadas para cultivar alimentos y evitar deslizamientos de tierra. Después de tomar una buena cantidad de fotos y vídeos (obligatorios para recordar este momento en años venideros), escuchamos los orígenes de Machu Picchu. Catherine, quien habla con la confianza de quien ha estudiado un tema durante mucho tiempo, nos explica que este fue un proyecto que tardaría un centenario en ser completado. A pesar de ello, fue habitado por los incas.
Para hacer la historia un poco más corta, la llegada de los españoles en, más o menos, 1532, impulsó a los incas a esconder este tesoro. El objetivo era claro: evitar su destrucción. Esta ciudad se convirtió en un secreto legendario que fue guardado con recelo entre los nativos de la zona. Lamentablemente, esto vino aunado con el olvido de su verdadero nombre quechua.
Llegados a este punto te estarás preguntando, como yo, ¿por qué “Machu Picchu”? Pues bien, Catherine detalla que en 1911 el profesor norteamericano Hiram Bingham llegó a Perú con la intención de seguir el camino recorrido por Simón Bolívar. Sin darse cuenta, pero impulsado por la curiosidad y la ambición, logró sobornar a algunas personas que vivían en la ladera de la montaña. Para el pesar de sus ancestros, revelaron un secreto guardado durante generaciones: una estructura cubierta por la naturaleza cerca de la montaña Machu Picchu. Y sí… La encontró y la llamó la Ciudad Perdida de los Incas, o Machu Picchu, por una de las montañas cercanas.
Creo que también es necesario mencionar que Bingham tomó fotografías para hacer creer que la zona estaba completamente inhabitada y dejó la puerta abierta para que organizaciones extranjeras se llevaran artículos de oro y plata, textiles y cerámica para ser analizados. Muchos de ellos, los más valiosos, nunca regresaron a su lugar de origen.
Visitas limitadas y circuitos
Machu Picchu solo admite 5 mil visitantes por día. Las entradas están distribuidas de la siguiente manera: 4 mil se venden por Internet y el resto pueden ser adquiridas en la entrada de la llaqta. Esta última opción es ideal para quienes no tuvieron mucho tiempo para planificar su visita. Sin embargo, es probable que se vean obligadas a hacer el circuito panorámico, que es el más general. Siempre es recomendable comprar los boletos con anticipación, especialmente entre junio y septiembre, que son los mejores meses para ir.
Existen tres circuitos y cada uno está dividido en rutas distintas:
- Circuito 1 (Panorámico):
- Ruta 1-A: Ruta Montaña Machu Picchu.
- Ruta 1-B: Ruta terraza superior.
- Ruta 1-C: Ruta Portada Intipunku (solo está disponible en temporada alta).
- Ruta 1-D: Ruta Puente Inka (solo está disponible en temporada alta).
- Circuito 2 (Circuito Clásico):
- Ruta 2-A: Ruta clásico diseñada.
- Ruta 2-B: Ruta terraza inferior.
- Circuito 3 (Machu Picchu Realeza): Este es, de acuerdo con nuestra guía, el más completo.
- Ruta 3-A: Ruta Montaña Wayna Picchu.
- Ruta 3-B: Ruta realeza diseñada.
- Ruta 3-C: Ruta Gran Caverna (solo está disponible en temporada alta).
- Ruta 3-D: Ruta Huchuypicchu (solo está disponible en temporada alta).
Las piedras hablan si las escuchas (o las ves) atentamente
11:53 a.m. Ya casi es mediodía. Eso explica por qué siento cómo el sol me quema la nuca. Me puse bastante protector solar, pero no traje nada para volver a aplicarlo. Fue un error mío. Al menos llevo un suéter ligero de manga larga y un par de jeans. Prefiero pasar un poco de calor a quemarme con el sol.
Nuestra primera parada es el Templo del Sol. La superficie de las piedras que conforman sus paredes están muy bien pulidas y las uniones son casi perfectas. Esta característica, que también se repite en la Casa del Gobernante (pero a un nivel inferior) nos indica que era un edificio muy importante. ¿La razón? Los incas creían que esa estrella era la divinidad creadora.
Un detalle interesante sobre las ventanas del Templo del Sol es que una está diseñada para dejar pasar los rayos del sol el 21 de julio y el 21 de diciembre, respectivamente. ¡Qué perspicacia e ingeniosidad! Hasta me recordó a una de las pirámides de Chichén Itzá. Aquella donde hay que pararse en un punto específico y aplaudir para escuchar un sonido parecido al grito de un águila.
12:51 p.m. Ahora recorremos un grupo de escaleras para llegar a la universidad. Voy despacio. Me siento bien, pero me falta el aliento debido a la altura (2.430 metros sobre el nivel del mar, para ser exactos). El esfuerzo vale la pena. Este centro educativo tiene un doble muro en la entrada, un elemento arquitectónico que indica su relevancia. El patio central, hecho con piedra de granito, como todo lo demás, está rodeado por varios salones. Veo que el dictado de las clases y la obtención del conocimiento era cosa seria por acá.

1:13 p.m. El cóndor era de suma relevancia para los incas, pues, para ellos, estaba en contacto directo con los dioses. Para honrar esa conexión, crearon el Templo del Cóndor. Este es definitivamente mi edificio favorito: puedo ver cómo la “cabeza” está acompañada por dos “alas” en pleno vuelo. Esta zona es un gran ejemplo de cómo los incas respetaron las formas de la montaña y se adaptaron a ellas.
1:25 p.m. No sé si alguna vez tendré la oportunidad de volver a Machu Picchu, así que siento que tengo que despedirme como se debe. Por eso sigo mirando hacia atrás… Para echar otro vistazo a una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno. Incluso escribir eso me parece surrealista.
Las despedidas son duras, pero guardaré los recuerdos con cariño
Parece que el viaje ha terminado, pero no es así. Aún tenemos que bajar al pueblo en autobús. La fila es larga y, como he dicho, el camino de tierra y piedras no es el más cómodo, por lo que la paciencia es clave en este momento.
2:36 p.m. Estamos de vuelta en el pueblo y allí me distraigo con el tren y disfruto del quinoto y del jugo de maracuyá que pedí en el Restaurante Inka Terra. Luego, saboreo el contraste entre lo aterciopelado del relleno y el crocante de la base del trozo de tarta de limón que pedí para terminar este paseo con una nota dulce.
4:22 p.m. La estación de tren está llena de gente y casi perdemos el Observatory Vistadome. Nos costó un poco identificar nuestra puerta de embarque, pero, afortunadamente, abordamos el coche B. PeruRail parece ser estricto con sus horarios, de manera que siempre es buena idea estar allí con antelación y preguntar, preguntar, preguntar. Sin pena.
A medida que el sol de la tarde se esconde y le cede el paso a la noche, los ventanales del tren nos brindan vistas dignas de una postal. A las 5:00 p.m. tenemos la oportunidad de visitar el primer vagón, deleitarnos con sus detalles en madera y sentir la brisa del Valle Sagrado en la cara.


Qué hacer y dónde comer durante una visita al hotel más auténtico de Máncora, en Perú
Justo al lado, la tripulación ofrece un espectáculo musical para los todos los viajeros. Prefiero verlo desde lejos y reírme con los turistas que parecen tener más de un par de cervezas encima. A las 5:20 p.m. ellos siguen animados y vitorean cada vez que una de las chicas de PeruRail modela los ponchos, suéteres y vestidos de baby alpaca que ponen a la venta en cada jornada. De nuevo, me río con ellos.
No compré nada. A pesar de ello, me fui con mis propios mementos. Me refiero a la fuerza energética de las piedras pulidas con arena y agua hace cientos de años por los incas, las siluetas de las montañas que se asomaban tímidas entre las pocas nubes que había en el cielo y un montón de fotos y vídeos que atesoraré toda mi vida y me ayudarán a recordar esta experiencia tan asombrosa.