
La Ciudad Eterna, el epíteto increíble con el que se asocia a Roma, es uno de esos destinos que cualquier viajero debe conocer al menos una vez en la vida. En invierno o verano; solo, con familia o amigos: la capital italiana siempre es un buen plan. Si estás planeando una visita, ten en cuenta estos consejos.
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Desde el aeropuerto
Si viajas a Roma desde afuera de Italia, lo más probable es que llegues al Aeropuerto Roma-Fiumicino “Leonardo Da Vinci” (FCO), ubicado a unos treinta kilómetros del centro de la ciudad. Las formas de transportarse de un punto al otro son varias, pero recomendamos tomar el “Leonardo” de Trenitalia: un tren que conecta a FCO con Roma Termini en tan solo 32 minutos. Salen con una frecuencia de quince minutos y cuesta catorce euros. Los boletos pueden adquirirse con anticipación, pero también existe la opción de pagar in situ, apoyando el teléfono o tarjeta de crédito en el lector.

Para quienes quieran evitar el transporte público, los taxis romanos ofrecen una tarifa fija de 55 euros entre el aeropuerto y cualquier área dentro del centro de Roma.
Moverse por la ciudad
Si nos movemos por el centro, Roma es una ciudad altamente caminable. De hecho, es la forma de transportarse que más recomendamos: permite descubrir todas las joyitas escondidas por calles y pasadizos.

Si estás cansado de caminar o tienes que llegar muy lejos, los trenes, tranvías y subterráneos son buenas opciones. No hace falta comprar ninguna tarjeta o pase, se pueden pagar directamente con el teléfono (utilizando Google o Apple Pay) o una tarjeta de crédito contactless. Vas a ver que los locales y algunos turistas suben sin pagar… No lo recomendamos: los controles no abundan pero cuando tocan, las multas pueden llegar a los 500 euros.
Un taxi o un Uber puede ser una buena opción para cuando nos alejamos del centro, pero por las calles más concurridas de Roma, viajar en auto se convierte en un infierno: miles de turistas, un paso lentísimo y el taxímetro que no deja de aumentar. En cambio, los scooters o bicicletas eléctricas son mejores opciones y se encuentran por doquier.
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Museos y atracciones
Una y otra vez: ¡reserven con tiempo! La mayoría de las atracciones romanas ofrecen venta de entradas in situ, pero las filas -especialmente en temporada alta- son eternas. En vez de perder valiosas horas de turismo, compra tus tickets con tiempo en webs oficiales.

El primer domingo de cada mes, muchos museos abren sus puertas de manera gratuita. Si decides ahorrar unos euros ese día, ármate de paciencia, porque no serás el único. De hecho, chequea si no debes reservar tu entrada con tiempo o podrías quedarte afuera.
Comer y beber
Como cualquier ciudad de su calibre, Roma está llena de trampas para turistas. Si te invitan a entrar a un restaurante cuando estás pasando o no escuchas a una sola mesa hablar italiano, ¡corre!

“Para comer bien, hay que alejarse del centro” me comentó un romano nacido y criado, y tiendo a coincidir. Utiliza fuentes de confianza (tus medios periodísticos favoritos, guías como la Michelin o 50Best) para decidir a dónde ir.
Disfruta la ciudad de noche

Roma es magnífica en cualquier momento del día, pero la noche tiene, sin lugar a dudas, un encanto particular. Recorre sus calles cuando haya caído el sol y visita alguno de los sitios turísticos más convocantes cuando están vacíos, una experiencia completamente distinta. Como en cualquier metrópolis, debes prestar atención, pero Roma no es una ciudad insegura, así que no tengas miedo.