
Mi primera vez en Bahidorá fue en 2015, y desde entonces su esencia no ha dejado de cautivarme. Aquel año, el cartel fue una joya: Kindness, De La Soul, Modeselektor y Hollie Cook se presentaron en el mágico entorno de Las Estacas, un paraíso de aguas cristalinas y vegetación exuberante.
Desde ese primer encuentro, supe que Bahidorá no era solo un festival de música, sino una experiencia completa, donde la energía vibrante del sonido se fundía con la serenidad de la naturaleza. No se trataba solo de los actos en el escenario, sino del ambiente, de la libertad, de esa sensación de estar viviendo algo único, en el lugar y momento perfectos.


Mi regreso a Bahidorá 2025
Después de años de recuerdos imborrables, este 2025 tuve la oportunidad de volver a ese rincón lleno de magia. La emoción de revivir momentos pasados se mezclaba con la curiosidad por descubrir qué nuevas sorpresas me esperaban. Bahidorá, con su perfecta armonía entre música y naturaleza, seguía siendo un refugio de inspiración, un espacio donde el tiempo parece detenerse y todo fluye con una energía especial.
Durante tres días, el festival desplegó una alineación vibrante con propuestas de todos los géneros. Este año, esperaba con ansias los sets de CATR7EL & Paco Amoroso, Kaytranada, Los Askis y Nicola Cruz, aunque lo increíble de Bahidorá es que la música nunca se detiene: en cualquier rincón hay algo sucediendo, desde DJ sets hasta actos que descubres por casualidad y terminan marcando tu experiencia.
Día 1: Reencuentros y el arranque del viaje
El viernes comenzó con la energía explosiva de CATR7EL & Paco Amoroso. No había mejor manera de inaugurar el fin de semana que con una descarga de beats que nos puso a todos en sintonía con el festival. La música fluía, pero lo mejor de todo fue reencontrarme con amigos adorables que hacía años no veía.
Ahí estaban Ivana, Curda y Diana, y también Bhatti, mi nueva amiga, con quien conecté como si nos conociéramos de siempre. Esos momentos de baile, de risas y de compartir la emoción de la música con personas increíbles hacen que Bahidorá sea aún más especial.
Día 2: Kaytranada y la magia nocturna
El sábado la atmósfera seguía en su punto más alto. Durante el día, entre chapuzones en el río, descansos bajo la sombra de los árboles y caminatas por el festival, el tiempo se desvanecía en un estado de pura conexión con el entorno.
Pero la noche trajo consigo uno de los momentos más esperados: Kaytranada en el escenario principal. Apenas subió al escenario, la multitud se encendió. Su fusión de electrónica, hip-hop y funk era imposible de resistir. La pista de baile se convirtió en un mar de cuerpos en movimiento, iluminados por luces tenues. En ese instante, Bahidorá se sentía infinito, como si la música y el ambiente fueran lo único que existiera.
Día 3: Ritmo bajo el sol y un final de ensueño
El domingo, conocido como Sunday Sunday, es el cierre oficial del festival, pero la energía no decae. Los Askis se encargaron de mantenernos en movimiento bajo el sol de mediodía, con su cumbia inconfundible que hizo que hasta el cansancio de los días anteriores se disipara.
Pero Bahidorá aún tenía más para dar. Nicola Cruz, en el escenario Paradiso, creó un viaje sonoro con su característico estilo que combina electrónica con sonidos orgánicos. Su set nos envolvió por completo.
El otro lado de Bahidorá: Naturaleza y desconexión
Más allá de la música, lo que hace especial a Bahidorá es todo lo que sucede fuera de los escenarios. Las Estacas, con su río cristalino y su exuberante vegetación, te invita a desconectar de la rutina. Desde nadar en el agua fresca hasta acostarte en el pasto simplemente a contemplar el cielo, hay una sensación de libertad que no encuentras en ningún otro festival.
El camping es otro elemento clave. Despertar con los primeros rayos del sol filtrándose entre las tiendas de campaña, escuchar la música todavía vibrando en el aire y compartir la primera charla del día con amigos en medio de la naturaleza es una experiencia en sí misma. Además, quedarse hasta el lunes permite extender la magia un poco más, evitando la prisa de regresar a la realidad.
Un regreso que deja huella
Este año, Bahidorá me recordó por qué siempre es uno de mis festivales favoritos. No es solo la música, ni el increíble line-up. Es la conexión con la naturaleza, con los amigos, con ese sentimiento de libertad y fluidez que te acompaña desde que entras hasta que sales. Es el tipo de experiencia que se queda contigo mucho tiempo después, y que siempre te deja con ganas de volver. Y si algo es seguro, es que el próximo año, ahí estaré otra vez.