
Mientras la noche lluviosa de Bogotá esperaba ansiosa los aullidos de ‘La Loba’, que se presentaba por segunda vez en la ciudad en el marco de su gira ‘Las Mujeres Ya No Lloran’, un grupo ansioso -incluyéndome- contaba los minutos para abandonar el Aeropuerto El Dorado con rumbo hacia Barranquilla, la casa eterna de Shakira.
Poco antes de abordar, un encuentro casual con Melissa (Meme) Cure Villa, reina del Carnaval de Barranquilla en 2024, ya vaticinaba que este viaje sería una experiencia sin igual. Meme regresaba a la ciudad a tiempo para entregar la corona a su sucesora, Tatiana Angulo Fernández de Castro. La misticidad detrás de esta monarquía de fiesta, espuma y maicena siempre me ha parecido cautivadora, tanto que es difícil evitar el mandato común de las reinas de gozar hasta el entierro de Joselito.
En Barranquilla, el abrazo de bienvenida fue una cerveza fría entre danzas de marimondas y cumbiamberas. De inmediato, una calidez arrolladora invitaba a sentirse en casa: los turistas iban moviéndose al ritmo de la música que retumbaba entre las salas del aeropuerto, comprendiendo en ese instante mismo porque las caderas de Shakira bailan así.
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«Quien lo vive es quien lo goza»
Aunque no era mi primera vez en el Carnaval de Barranquilla, se sentía como si lo fuera, porque en esta ocasión tenía la oportunidad de vivirlo desde adentro, escudriñando entre las bodegas de la Fábrica de Carrozas y desfilando en la icónica Vía 40.
El honor era único. Significa hacer parte de una celebración que porta orgullosa el título de la fiesta más grande de Colombia y el segundo carnaval más grande del mundo, después del de Río de Janeiro, en Brasil. Y por si fuera poco, ostenta una declaración como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, otorgada en 2003, y otra como Patrimonio Cultural Inmaterial, entregada por la Unesco en 2008.
Y pese a que tomar del pelo hace parte de la idiosincrasia barranquillera, cuando se trata del Carnaval, “la vaina va en serio”. Se trata de una tradición que ha permanecido viva por más de tres siglos, alimentada por la magia de sus hacedores, artesanos, bailarines, cantautores y de la alegría de su gente.
Según las cifras oficiales del Carnaval de Barranquilla, el balance este año fue positivo, impulsado por una jornada intensa de pre-Carnaval, que incluyó los conciertos de Shakira y la popular Guacherna -que contó con más de 400.000 asistentes-. En total, más de 2,8 millones de personas acudieron al evento, lo que representó un crecimiento del 31,18% comparado con el año 2024.
A ello se sumó un line up musical con 155 artistas y orquestas nacionales e internacionales, entre los que se destacaron Shakira, Maluma, Silvestre Dangond, Andy Montañez y Juan Luis Guerra. De acuerdo con la organización, se celebraron 40 eventos masivos y 600 actividades de promoción desde agosto hasta marzo.
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En Barranquilla se baila así
No era extraño que la ciudad cantara al unísono el himno de la fiesta, en cada recorrido, del aeropuerto al hotel, del hotel a los restaurantes y en cada una de las actividades se escuchaba al Joe Arroyo inmortalizado. “Te pedí que vinieras a mi lado. Y sin embargo cuántas veces te rogué. Y por haberme de tu burla ya curado. Te olvidé, te olvidé, te olvidé, te olvidé, te olvidé”.
Una estrofa que Shakira hizo nuevamente suya en sus dos fechas en Barranquilla, donde bailó junto a la reina Tatiana, poniendo a vibrar a todo el estadio e inaugurando oficialmente el enfoque del carnaval 2025: “En Barranquilla se baila así”.
Durante cuatro días, del 1 al 4 de marzo, la ciudad se paralizó ante la gozadera y el baile. Pero la jornada inició unos días antes, el jueves, con La Noche del Río, un homenaje a las músicas de la Costa Caribe que inspiran el Carnaval y a una de sus grandes representantes, Petrona Martínez. La cita fue en el Par Vial de la carrera 50, donde la pista de baile era a cielo abierto.

José Bedoya, director regional Barranquilla Atlántico de la Fundación Santo Domingo, del grupo de organizadores del evento, destacó que “como miembros corporados de la CLENA desde 1994, sabemos la importancia de promover la cultura y preservar las tradiciones de la región Caribe, a través de iniciativas como la Noche del Río, un evento que por 19 años ha incentivado el arte y la tradición, a través de la música y ritmos autóctonos de municipios ribereños del Caribe colombiano».
Allí también se realizó la Noche de Orquestas, el viernes 28 y el sábado 1 de marzo, y el Festival de Orquestas, el domingo 2 de marzo.
El pre-Carnaval culminó el viernes en la noche en el instante en que la reluciente corona ‘Pasión del Carnaval’ adornó a Tatiana Angulo, oficializando su reinado de la bacanería. El espectáculo ‘Sinfonía musical’ lo presenciamos desde una ubicación privilegiada: a pocos metros de distancia vimos a Tatiana descender de una alta plataforma, mientras se encendía a sus espaldas el cielo lleno de fuegos artificiales.

Con batuta en mano, dirigió el recorrido musical que incluyó a más de 400 bailarines en escena y 16 grupos folclóricos, a través de las sonoridades que caracterizan al carnaval. El Rey Momo Gabriel Marriaga también recibió su corona durante la ceremonia.
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La Travesía
No había terminado de amanecer y ya estábamos con el traje de caimán, listos para un acceso VIP a la gran Batalla de Flores, el icónico desfile de la Vía 40. Ese mismo sábado, primer día oficial del carnaval, se conmemoraron tres décadas de historia del Rey Momo en el desfile de la calle 17.
La preparación para hacer parte de la Comparsa Travesía inició en la Casa del Carnaval, donde nos esperaba una mesa con delicias típicas, como arepas e’ huevo, carimañolas, empanaditas y arepas dulces, acompañadas con jugo de corozo y maracuyá. En las horas previas a la salida un grupo de bailarines fue el encargado de enseñarnos la coreografía y darnos las instrucciones para el recorrido en el Cumbiódromo, mientras las maquillistas nos engalanaron para el tradicional desfile.




Ya en la Vía 40, la espera fue larga, el asfalto vibraba con la salida de cada carro musical (más de 35 en total durante el desfile) y los saltos enérgicos de cada comparsa que salía detrás de ellos. Cuando llegó nuestro turno, los rostros de espera se transformaron en sonrisas, animados por el entusiasmo de los espectadores, quienes bailaban entre espuma y maicena al ritmo de la comparsa.
A su paso salieron también más de 168 grupos folclóricos, disfraces individuales y colectivos.
Entre coreografías iban saliendo las grandes carrozas que la mañana anterior seguían fabricándose en las bodegas de la Vía 40. Eran 19 obras gigantes, llenas de color y tradición, que cautivaron las miradas. Por primera vez, los artesanos desfilaron junto a sus creaciones.
“Más de 150 artesanos se dedicaron por más de 90 días a elaborar cada una de estas obras de arte y había que reconocerlos”, destacó en sus redes sociales Juan José Jaramillo, director del Carnaval de Barranquilla.
En esta edición participaron las carrozas: Vieja Guardia, Sobre Olas, Leyenda y tradición, Gran congo, Templo Carnaval, Mallor King, Guayabero, Fuego Arlequín, Santa Lucía, Africanísima, Pachamama, De Oro, Son de Pajarito, Guerrero Jaguar, Torito Tradición, En Barranquilla se baila así, Fantasías de Macondo, Fiesta Alegre y Sinfonía de Pasión. El primer puesto lo ganó Guayabero, diseñada por Elias Torné, construida por Hernando Arteta y patrocinada por D1.

De regreso a la Casa del Carnaval, seguía el baile. El reto era encontrar a la mesa más alegre y, para ello, un representante debía acudir a la pista y medirse junto a sus compañeros en una competencia de bailes, desde champeta, merengue y salsa. Entre tanto, las butifarras acompañadas de bollo de yuca y las cervezas frías mantenían el ambiente de fiesta.
La fiesta continúa
Pese a que Barranquilla seguía carnavaleando en cada esquina, como en una dimensión ajena a las presiones y el afán del día a día, el viaje terminaba allí para los que debíamos volver a nuestras ciudades de origen.
El vuelo con destino a Bogotá despegó mientras la Vía 40 se embellecía con los brillantes trajes y los disfraces individuales en tributo a las danzas folclóricas tradicionales y su evolución así como la heredada identidad cultural de la capital atlanticense. En la Gran Parada de Tradición se presentaron 169 grupos , 77 disfraces individuales y 59 disfraces colectivos, representando ritmos como la Cumbia, el Mapalé, los Congos, el Son de Negros, las Farotas y los Garabatos.
Ese domingo también se realizó el Festival de Letanías, un espacio en el Barrio Abajo para reconocer la identidad y tradición oral. Y en la noche se entregó el Congo de Oro a Byordy, artista cartagenero de salsa, en el marco del gran Festival de Orquestas, al que asistieron más de 13.000 personas.
Mientras me dedicaba a revivir cada foto, video y recordaba la emoción de comprender a profundidad por qué ‘quien lo vive es quien lo goza’, frente al computador en Bogotá, Barranquilla vivía su lunes y martes de Carnaval.
La semana empezó con la elección de la Reina Popular, que según los organizadores, fue un evento exclusivo para las 25 representantes de los barrios de la ciudad, que se reunieron en la Plaza de la Paz. En el Parque Olaya se celebró el aniversario número 15 del Encuentro de Comedias, con teatreros, comediantes y artes en escena.
No estaba muerto, estaba de parranda
Los disfraces, colores y trajes típicos se despidieron en el entierro de Joselito, el martes 2 de marzo. La tarde se fue en el tradicional desfile, caracterizado por su emotividad, el luto, los labios rojos y las lágrimas, que marca el cierre del Carnaval de Barranquilla.

Poco a poco la música se fue desvaneciendo para darle paso a las misas del miércoles de ceniza y el inicio de la cuaresma.
Como su querido Joselito, Barranquilla despertará de nuevo para seguir la parranda.