
The White Lotus, Game Of Thrones y ahora The Last Of Us: cada una de estas series, además de tener historias que nos llegan al corazón, también presume locaciones tan impresionantes que casi se convierten en personajes por derecho propio. Son esos escenarios donde el drama, la acción y las emociones se sienten más intensos. En el caso de The Last of Us, ese lugar es Wyoming. Un sitio que, aunque no se filmó exactamente ahí, se siente tan real en la narrativa que su espíritu termina por colarse en cada escena.
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En medio de un mundo devorado por el cordyceps y la desesperanza, Jackson, Wyoming, parece una rareza: una comunidad organizada, autosuficiente y, por momentos, casi idílica. Es el pueblo donde Tommy —el hermano de Joel— ha construido algo más que refugio: ha reconstruido la idea de hogar.
Wyoming, más allá de The Last Of Us
Y es que Wyoming, más allá de la pantalla, tiene una historia de resistencia que se respira en cada rincón. Con menos de 600,000 habitantes, Wyoming es uno de los estados más solitarios de EEUU, pero también uno de los más resilientes. Fue el primer estado del país en otorgar el derecho al voto a las mujeres, mucho antes de que otros estados se atrevieran a hacerlo. Esta mezcla de independencia y visión de futuro ha sido una constante desde sus primeros días.

Los pioneros que llegaron a este territorio lo hicieron para sobrevivir. Wyoming fue escenario de batallas clave en la expansión hacia el oeste de Estados Unidos, y la vida aquí no era fácil. Sus inviernos implacables, con tormentas que pueden bloquear rutas por días, son la prueba de que este es un lugar donde solo los más fuertes sobreviven. La gente de Wyoming, al igual que los personajes de The Last of Us, no solo luchó contra la naturaleza, sino contra las reglas establecidas.
Culturalmente, Wyoming sigue respirando la esencia del “espíritu cowboy”, una identidad forjada en la dureza del campo. Rodeos, granjas y festivales como el Cheyenne Frontier Days celebran esta tradición, y la música country es la banda sonora de la vida diaria. Además, la literatura y el arte del estado están profundamente influenciados por su paisaje: vasto, salvaje y lleno de historia. Escritores como Annie Proulx, famosa por The Shipping News, captura la cruda belleza de este entorno, mientras que los museos locales preservan su historia y cultura en cada rincón.
Geográficamente, Wyoming es imponente. Con su paisaje que abarca montañas nevadas, bosques densos y praderas interminables, la naturaleza se siente como un personaje que define la existencia. Es el hogar de Yellowstone, el primer parque nacional del mundo, y de las Montañas Rocosas, donde los bisontes y alces siguen deambulando libremente. Esta vastedad de tierras vírgenes no solo ofrece belleza, sino también un recordatorio constante de lo frágil que puede ser la humanidad frente al poder de la naturaleza.

En The Last of Us, Wyoming es un reflejo de esa lucha constante. En un mundo arrasado por el cordyceps, el pueblo de Jackson es un símbolo de resistencia, de lo que podría ser la reconstrucción de una comunidad perdida. Aunque la serie no fue filmada directamente en Wyoming, la esencia del estado está presente en cada rincón de Jackson: la autosuficiencia, el espíritu de comunidad y la esperanza de que, incluso en los tiempos más oscuros, hay un lugar donde la vida puede florecer.