“¿Han escuchado sobre el JOMO? Es la joy of missing out (la alegría de perderse cosas)”, nos recordaba el guía Lander Crissman al comenzar nuestra aventura en bicicleta eléctrica por el suroeste de Portugal, organizada por la agencia Backroads. En este viaje no había espacio para la ansiedad laboral ni para la competencia obsesiva por superar marcas personales.
Nuestro pequeño grupo de seis personas y dos guías pasó seis relajados días pedaleando entre campos de alcornoques y olivares, haciendo un poco de senderismo, probando el surf y remando en kayak por las famosas cuevas marinas del Algarve. Nos alojamos en dos hoteles de lujo (cada uno con spa de primer nivel) y recorrimos entre 5 y 43 kilómetros diarios. Suena a poco, y lo es: Backroads llama a este tipo de itinerario Dolce Tempo, o “tiempo dulce”, pensado para disfrutar. El toque extra: bicicletas eléctricas personalizadas con asistencia al pedaleo.
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Como buena planificadora, agradecí dejar todas las decisiones logísticas en manos de expertos. Además, el viaje era un homenaje a mis años más jóvenes, cuando hacía una ruta ciclista cada año. Pero esta vez no quería quedarme atrás. Me mantuve activa durante el año, aunque mi rutina era más de yoga suave, Pilates o bicicleta estática frente al televisor. Con ese nivel de forma física, los viajes anteriores habían sido un reto: me quedaba rezagada, con las piernas ardiendo y el ánimo bajo.
Crédito: Kathy Roberson; Backroads
Además del esfuerzo físico, a menudo viajaba sola y me costaba integrarme. Solía ser la única interesada en tomarse las cosas con calma. Recuerdo un año en la costa este de Maryland, donde el mayor cansancio no fue físico sino mental: pedalear, bañarse, lavar la ropa sudada, cenar, dormir. Por eso, en mis siguientes vacaciones, opté por actividades sin bicicleta: kayak y camping en Canadá o senderismo y rafting en Costa Rica.
Aun así, hay una paz mental única que sólo encuentro al montar en bici. Así que decidí darle otra oportunidad, esta vez con asistencia eléctrica. Y descubrí que las e-bikes son cada vez más comunes, sobre todo en Europa y EE. UU., y muchas veces sin costo extra.
Andy Levine, fundador de la operadora DuVine, me explicó que la demanda de e-bikes no ha dejado de crecer:
“Las e-bikes son un gran igualador. Ayudan en las subidas, permiten recorrer más distancia o seguir el ritmo del grupo, incluso si la ruta es más exigente”.
En Portugal, la bicicleta fue tan efectiva que algunos días pensé: “¿Ya se acabó?”. Apenas sudaba y terminábamos a media tarde. Los hoteles—Praia do Canal Nature Retreat y Quinta da Comporta—eran paradisíacos, aunque un poco aislados. Me relajaba en el spa, pero lo único que me dolía era el trasero del asiento.
Descubrí que JOMO no es para mí. Pero sí lo es la e-bike. Para el próximo año planeo un itinerario más intenso, con más colinas (¡para presumir!). Aunque no soy soltera, probaré un viaje para viajeros solos, para socializar más fácil. Y quizás hasta lleve mi propio asiento acolchonado.
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- VIÑEDOS EN CALIFORNIA
Con Backroads, pedalea desde San Francisco por el Russian River, con catas de vino en Napa y Sonoma.
