
Hay hoteles que se sienten como una escapada. Y luego está Misión del Sol, que se siente como una pausa profunda en medio del caos. En Jiutepec, a unos minutos del centro de Cuernavaca, este refugio rodeado de árboles altos y caminos de piedra ha entendido que el lujo no siempre viene en forma de mármol o domótica, sino en silencio, luz natural y pasar el tiempo sin apuros.
Aquí, el día comienza sin alarmas: con el canto de los pajaritos filtrándose por las ventanas o con una meditación en el oratorio. Las habitaciones están distribuidas en pequeñas villas de estilo rústico, con muros blancos, techos altos y ventanales que dejan entrar la luz del sol como si fuera parte del mobiliario. No hay televisores ni aire acondicionado, y aunque eso suene atrevido bajo el cielo de Morelos, el diseño bioclimático permite que el frescor natural y el silencio hagan su trabajo.
Misión del Sol ofrece 52 habitaciones pensadas para reconectar. Este refugio solo para adultos bautiza cada espacio con nombres que miran al cielo o brotan de la tierra: constelaciones, piedras sanadoras, signos del zodiaco.
Orígenes y filosofía de un santuario en Morelos
Misión del Sol fue concebido como un santuario holístico en el corazón de Morelos, con la misión de reconectar cuerpo, mente y espíritu a través de la naturaleza.
Su creador, el ingeniero agrónomo japonés Sadayoshi Kogiso —también responsable de Jardines de México—, diseñó cada espacio bajo los principios del Feng Shui, integrando materiales nobles como adobe, piedra volcánica y madera local. La arquitectura, dividida en tres bloques temáticos: Zodiaco, Planetas y Piedras y Cristales, responde a una lógica energética pensada para que todo fluya con armonía.

Un spa con calma
El spa de Misión del Sol es modesto en instalaciones —una tina de hidromasaje, un sauna sencillo y las cabinas para los tratamientos —, pero hay algo en su atmósfera que invita a bajar la guardia y entregarse. Aquí, el lujo no está en lo ostentoso, sino en los detalles: en los silencios, en las manos que saben exactamente dónde tocar, en los aromas que transforman el aire.
El tratamiento de cacao es, sin duda, una de las joyas de la casa. Más que un masaje, es un ritual que despierta los sentidos, suaviza la piel y deja una sensación de abrazo profundo. Puede que no sea el spa más moderno, pero tiene algo que pocos ofrecen: una experiencia honesta, cálida y profundamente restauradora.
Reconectar a través de la comida
En Misión del Sol, la cocina es un reflejo de su filosofía: sencilla, honesta y profundamente conectada con la tierra. Bajo la batuta del chef Jesús Soto, el restaurante apuesta por lo que él llama “Soul”: platos que nacen de ingredientes frescos, estacionales y orgánicos, muchos cultivados en los propios huertos del hotel o traídos por productores locales.



La cocina aquí no busca disfrazar sabores, sino celebrarlos con técnicas que respetan cada esencia natural, convirtiendo cada comida en un acto de respeto y cariño por el cuerpo y el planeta. Comer en este espacio es una extensión más del retiro que propone el lugar: un momento para saborear la calma y nutrir el alma.
Misión del Sol es un lugar para reencontrarse con uno mismo, donde el tiempo se diluye y las prioridades se redefinen, donde el lujo se mide en pausas, en detalles simples y en la calidad de cada instante.







