
El slow travel no es una tendencia nueva, pero sí una forma cada vez más popular de redescubrir el mundo sin prisa. Va más allá de tomarse vacaciones largas: es un cambio de enfoque. Significa dejar de correr para “verlo todo” y empezar a disfrutar lo que sí ves a tu propio ritmo.
El concepto nace del movimiento slow que surgió en Italia en los años 80 como una reacción al estilo de vida acelerado. Primero fue la comida (slow food como respuesta al fast food), pero con el tiempo la filosofía se extendió a otras áreas, incluyendo el turismo. Hoy, viajar slow es sinónimo de hacerlo con conciencia, con curiosidad y con una mentalidad mucho más presente.

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En la práctica, hacer slow travel puede significar varias cosas: elegir quedarte en un solo lugar durante todo el viaje, moverte a pie o en bici, evitar los itinerarios llenos de paradas, o priorizar actividades locales en lugar de solo recorrer atracciones turísticas. También implica tomar decisiones más sostenibles, como reducir los vuelos internos o alojarte en hospedajes que apoyen a la comunidad local.
¿Cómo empezar a hacer slow travel?
No hace falta que cambies radicalmente tu forma de viajar. Con algunos ajustes en el ritmo y la intención, puedes empezar a vivir esta experiencia. Aquí algunos consejos para dar el salto:
Elige menos destinos
En lugar de querer recorrer cinco ciudades en una semana, quédate más tiempo en una o dos. Así conocerás mejor el lugar y su ritmo natural. Lo ideal es quedarse al menos tres noches para que realmente cambie la percepción.
Muévete más despacio
Camina, renta una bicicleta o usa el transporte público. Más que cuidar el planeta, descubrirás detalles que pasan desapercibidos cuando vas en auto o avión. Intenta algún trayecto sin mapa ni GPS para dejarte sorprender.
Come donde comen los locales
Evita los lugares turísticos y opta por mercados, fondas o puestos callejeros. Allí se refleja la cultura real del lugar y suelen ser las experiencias gastronómicas más auténticas. No tengas miedo de probar algo nuevo.
Apaga el celular de vez en cuando
No todo tiene que estar en redes sociales. Dedica parte del día a vivir sin estar conectado y guarda esos momentos solo para ti. Puedes escribir en una libreta lo que experimentas y cómo te sientes.
Habla con la gente del lugar
No necesitas conversaciones profundas; basta con preguntar, pedir recomendaciones o saludar. La interacción con locales suele abrir puertas inesperadas y enriquecer el viaje.
Sé consciente de tu impacto
Elige hospedajes que apoyen a la comunidad local, evita actividades que dañen el entorno y consume con responsabilidad. Investiga un poco antes de reservar para asegurarte de que tu viaje también beneficie al destino.
Deja espacio para la improvisación
No planifiques cada minuto. Deja bloques abiertos para que el día fluya, así podrás aprovechar oportunidades que surjan sin estar atado a un itinerario estricto.