Panamá: la vida a lo “hakuna matata” en la comunidad Emberá
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Hace unos meses viajé a Panamá y lo más fascinante no fue el canal, ni los rascacielos. Mi parte favorita del itinerario: la visita al Parque Nacional Chagres y la Aldea Emberá. Vi a Juan, un guía local de Xplore Panama, en el lobby de The Santa María, a Luxury Collection Hotel & Golf Resort, Panamá City, donde pasé los últimos días de mi estancia en el país. La recomendación había sido llevar tenis, shorts y gorra, además me puse el traje de baño debajo de la ropa y me unté la piel con bloqueador solar y repelente de insectos.

Durante el trayecto en carretera pasamos por puestos de frutas y duros (que son como las congeladas o bolis de México). Paramos en una estación para realizar nuestro registro de visitantes y la encargada me regaló unos minutos de conexión a internet, además de un plato con rosca de huevo (un pan que suele consumirse en Navidad) y quesos. La bienvenida panameña te abraza. 

En el Puerto de Corotú ya nos esperaba Aquiles, quien nos llevaría a conocer su comunidad. Navegamos unos 20 minutos en piragua con motor, que es similar a una canoa, pero más larga y estrecha, hasta la cascada del cañón del Chagres para nadar antes de la llegada de un grupo de turistas. El agua estaba cristalina y a temperatura agradable, sin llegar a ser fría. Floté sobre la superficie y experimenté uno de esos momentos de gratitud por el lujo que es el encuentro cercano con la naturaleza. 

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Aquiles mostrando artesanías tradicionales. Liliana Ortiz

En Parará Purú son pioneros en los programas de turismo comunitario y cuentan con una cooperativa formada inicialmente por cinco hermanos para mostrar sus usos y costumbres a los visitantes. Las mujeres del “Pueblo Bonito” nos recibieron con bailes tradicionales y  vestidas con prendas coloridas; ellas usan una falda llamada puruma con estampados geométricos y de elementos de la naturaleza, además de coronas de flores y accesorios como collares, aretes y pulseras. Sus tatuajes de jagua (una fruta que pigmenta la piel) tienen fines ceremoniales y también marcan su papel en la sociedad y las identifican como casadas o solteras. 

Se percibía un aroma a pescado frito, que seguramente habían atrapado ese mismo día o conseguido en el mercado local. Los emberá viven de lo que la naturaleza proveé. “Si se te antoja comer algo, lo siembras”, me dijo Aquiles durante una plática, después de que le pregunté sobre la migración a las ciudades. “No está prohibido, puedes hacerlo, pero esta es la forma en la que sabemos vivir”. El olor a comida nos condujo al fogón colocado sobre troncos, en el que un grupo de mujeres cocinaba tilapia. El sonido del aceite hirviendo se mezclaba con el del mazo para hacer patacones, que son como tortitas de plátano verde que de igual manera pasan por una fritura. 

“Más ayuda el que no estorba”, dicen las abuelas en México. Así que evité la vergüenza de estorbar y seguí a Aquiles al huerto que también funciona como farmacia, pues la tierra ofrece hierbas curativas: tilo como anestesia, caña agria para los riñones, uncaria “(la planta) que da ánimo”. El guía local me dio un poco de achiote y me pinté los labios y las mejillas.

La rutina de los emberá en este pueblo consiste en dar recorridos a turistas. Después, cuando todos se marchan, elaboran artesanías para vender, cada hora de trabajo equivale a un dólar. Los hombres pueden pasar varios días tallando una sola pieza, mientras las mujeres realizan canastas y platos tejidos con palma chunga que tiñen de colores, por ejemplo, el amarillo se obtiene de la cúrcuma. 

A la comida, el baile y las explicaciones de la cultura local le siguió el descanso para algunos de los visitantes, otros se hacían tatuajes temporales y unos más compraban artesanías. Yo preferí nadar en el río junto con los niños que se dejaban llevar por la corriente sobre llantas inflables, eso me pareció súper divertido, no me quería despedir.

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Niños emberá. wanderluster

Dónde dormir

Puedes pasar la noche en la comunidad, aunque, si lo prefieres, está la opción de regresar a la ciudad y hospedarte con todas las comodidades de un hotel de lujo en The Santa María, a Luxury Collection Hotel & Golf Resort, Panamá City.

Lo más destacado de este hotel es su campo de golf diseñado por Jack Nicklaus, considerado por muchos como «el mejor golfista de la historia».

Cada suite ejecutiva cuenta con una área de estar independiente para albergar reuniones formales o de vacaciones. Además, su diseño incluye artesanías panameñas de las comunidades indígenas.

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Cortesía de The Santa María, a Luxury Collection Hotel & Golf Resort, Panamá City
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Cortesía de The Santa María, a Luxury Collection Hotel & Golf Resort, Panamá City