
La experiencia en Etéreo Auberge Resorts Collection comienza con un gesto profundo: el sonido de una caracola anuncia la llegada de los huéspedes, marcando simbólicamente la apertura de un nuevo ciclo. Inmediatamente después, se realiza una limpieza energética donde se invita a intencionar la estadía, a reconectar con la esencia personal y a dejar atrás la rutina.
El diseño y la arquitectura de este resort —ubicado en la Riviera Maya, dentro del paraíso natural de Kanai— están inspirados en la cosmogonía maya, con espacios impregnados de simbolismo y espiritualidad.
Cada espacio está concebido para dialogar con la naturaleza, donde la luz y la sombra juegan a través de celosías escultóricas y pasarelas suspendidas.

El maestro Manuel Felguérez dejó su huella con el emblema del infinito. A ello se suman las alfombras de Daniel Valero, las mesas de Bandido Studio, esculturas de Marcela Díaz y Héctor Esrawe, además de piezas de Agnes Studio, Charabati Bizarri, Peter Glassford y Tere Metta, que convierten a Etéreo en una galería viva de arte funcional. Esta visión le valió el Premio Great Design de Architectural Digest.
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Las habitaciones
Frente a cada habitación hay un altar dedicado a los cuatro elementos, mientras que el interior está concebido con mobiliario y textiles de artistas mexicanos.
Con solo 75 habitaciones y suites, Etéreo ofrece un descanso absoluto. La mayoría cuenta con vistas al mar Caribe o a los manglares, con ventanales de piso a techo que se abren hacia terrazas amplias, creando la sensación de vivir al aire libre.


Las suites y penthouses elevan la experiencia con piscinas privadas, terrazas íntimas y, en algunos casos, niveles adicionales que garantizan mayor privacidad. Cada detalle equilibra sofisticación, confort contemporáneo y conexión natural, invitando a los huéspedes a dejarse envolver por la calma del entorno.
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La cocina como viaje sensorial
La gastronomía en Etéreo celebra los sabores de México con creatividad y raíces profundas. Sus restaurantes ofrecen un recorrido que va desde lo más relajado hasta lo más sofisticado:
- El Changarro, un espacio frente al mar donde los mariscos frescos se disfrutan con los pies en la arena.
- Itzam, el restaurante insignia, que presenta una cocina mexicana contemporánea con ingredientes locales y sostenibles.
- Che Che, un homenaje a la fusión japonesa-mexicana en un ambiente al aire libre.
- La Alberca, para quienes buscan opciones frescas y ligeras junto a la piscina.
- Chu Chu, el rincón ideal para comenzar la mañana con café y repostería artesanal.
La primera noche fui invitado a cenar en Itzam, con un menú degustación “Taste of Yucatán” diseñado por el chef ejecutivo Carlos Segura. Esta propuesta fue pensada para honrar los sabores locales y las técnicas tradicionales, un verdadero viaje culinario a través de la Península. Cada platillo revela lo mejor de México, con un balance perfecto entre innovación y raíces.


SANA: el spa del complejo en sintonía con la naturaleza
La experiencia inicia con un ritual guiado por un chamán, quien realiza una limpia energética para abrir el camino hacia un viaje de sanación holística. La piscina central, inspirada en un cenote, invita a sumergirse en un circuito de purificación: sauna, ducha corporal, sala de arcilla, sala de sonido, y finalmente un tratamiento personalizado (en mi caso, un masaje). Es un recorrido que combina antiguas creencias y técnicas mayas con tendencias contemporáneas de bienestar, todo orientado a un reencuentro con uno mismo.

Además del spa, el hotel ofrece una amplia variedad de experiencias para enriquecer la estancia: desde rituales de bienestar y catas sensoriales hasta clases de arte, joyería o recorridos artísticos, cada una diseñada para inspirar, reconectar y sorprender.
En Etéreo, cada detalle invita a detener el tiempo y vivir una experiencia donde el lujo se fusiona con lo sagrado, y donde el cuerpo, la mente y el espíritu encuentran un espacio para renacer.