En el mundo de la literatura de viajes nos encanta loar hazañas primerizas. Tanto, que a menudo terminamos elogiando desplazamientos sociales o contando historias de primeras veces que tienen poco más que eso. Cuando se trata de turismo en Galápagos, sin embargo, hay una historia pionera que merece atención. No tanto por evocar a la nostalgia, sino por la herencia palpable que ha dejado en el archipiélago.
Cuando Metropolitan Touring comenzó a organizar viajes a las Galápagos, la agencia fue tachada de zumbada. Ninguna persona más o menos cuerda, pensaba la industria, se montaría en un avión dos veces en el mismo día para ver un par de tortugas gigantes. Estamos hablando de la década de 1950, cuando los viajes en avión eran un suceso en sí mismo y las habitaciones donde pasar una noche en las Galápagos se contaban con una mano.
¿Spoiler alert? Más de una persona estuvo dispuesta a viajar a las islas. El plan de Metropolitan Touring tenía más de visionario que de zumbado. A los viajes de entrada por salida siguieron, en la década de 1960, los barcos de expedición. Pensados como una alternativa a la ausencia de hoteles en el archipiélago, los barcos se convirtieron en el estandarte de los viajes organizados a las Galápagos. Hoy, alrededor de 70 cruceros operan en el archipiélago.


Galápagos Big 15: la campaña legendaria de Metropolitan Touring
En la década de los 2000, con la electricidad y el internet, llegaron los hoteles y la explosión del turismo a Galápagos. Unos años después, ya con tres barcos y un hotel en operación, Metropolitan Touring presentó Big 15. La campaña, lanzada en 2016, invita a los viajeros a recorrer diferentes islas para ver 15 especies emblemáticas de fauna. Pókemon Go, con evolución y todo, pero en versión analógica y en Galápagos.
Como los Big 5 de África, los Big 15 de Galápagos pronto se convirtieron en una referencia común. Aunque la idea y la selección de animales que integran la lista son propiedad de Metropolitan Touring, no es raro que guías y blogs independientes aludan a ello. La campaña fue un éxito rotundo y sigue vigente, pero en estas islas hay más que pingüinos tropicales, iguanas marinas y cormoranes que no vuelan.
Este artículo también tiene que ver con la lista, pero se presenta como su némesis. En lugar de poner el foco en los mismos bichos de siempre, hablemos de animales que acaparan menos la atención pero que también tienen historias que contar. Si la colonización de las lagartijas de lava y las apariciones misteriosas de tiburones ballena despiertan tu interés, esta lista de especies no tan populares de Galápagos quizás te invite a viajar con otros ojos.

Isla Bartolomé y la lagartija de lava
Cerca de Santiago, la pequeña isla Bartolomé es una de las más visitadas del archipiélago. A diferencia de otras islas, cuyos atractivos tienen que ver primordialmente con especies animales, la fama de Bartolomé recae en su geografía y sus paisajes. Equipada con bahías divididas por una estrecha franja de tierra, un pináculo inconfundible y un mirador que deja ver todo lo anterior, Bartolomé se ha convertido en la estampa de cajón de las Galápagos.
Bartolomé es una de las islas más jóvenes del archipiélago. Por lo mismo, la abundancia de flora es menor que en otras islas en las que el tiempo ha hecho de las suyas. Sin muchas plantas, tampoco hay muchos animales capaces de sobrevivir sin ayuda del mar. Este lugar es ideal para ver pingüinos de Galápagos, bobos patas azules y lobos marinos, pero se queda corto cuando se trata de fauna netamente terrestre.
Una excepción a la regla es la lagartija de lava, uno de los primeros colonizadores en las Galápagos. Algo de insectos basta para que estos reptiles endémicos se asienten en lugares como Bartolomé. Antes consideradas subespecies, las lagartijas de lava suman puntos a Darwin al probarse especies distintas que han evolucionado según su entorno. No son mini Godzillas como las iguanas marinas, pero qué tal ese pintado de labios naranja.
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Isla Genovesa y las endémicas olvidadas
Ni siquiera en sus sueños más guajiros Hitchcock imaginó tantas criaturas volando juntas como las que se dejan ver en Genovesa. Eso sí, estas no tienen intención de matar a nadie. Conocida como la isla de los pájaros, Genovesa es una paraíso para los amantes de la observación de aves. Paíños danzarines sobrevolando la gran bahía de Darwin y aves del trópico de pico rojo desplegando sus colas en vuelo son escenas comunes en esta isla.
Una visita a la pequeña Genovesa, una de las contadas islas del archipiélago en el hemisferio norte, basta para ver seis de las quince especies que protagonizan la lista. Tres de ellas son aves y sí, es fácil entender porque llaman la atención. Fregatas reales inflando sus bolsas rojas y piqueros patirrojos anidando más o menos donde sea no es poca cosa. Dicho esto, hay más.
Una caminata corta por Genovesa basta para ver tórtolas de las Galápagos, gaviotas de cola bifurcada, sinsontes de Galápagos y garzas plomizas. Todas, aves endémicas del archipiélago. A esta lista se suman también cuatro pinzones endémicos a los que Darwin atribuye buena parte de su teoría sobre la evolución de las especies. También hay otras aves como el búho campestre que, sin estar en la lista ni ser endémicas, son una chulada.


Finch Bay y el misterio de los tiburones ballena
Ubicado en la Playa de Los Alemanes, en Puerto Ayora, Finch Bay es uno de los pocos hoteles en Galápagos con acceso directo al mar. Viene a cuento empezar este apartado aclarando que las probabilidades de ver un tiburón ballena en Galápagos son mínimas. En plan, comprarse un boleto de lotería o esperar a Godot pueden ser actividades más esperanzadoras.
Los barcos de Metropolitan Touring no ofrecen buceo. En tierra, la actividad está terciada. Con el esnórquel es otra historia. A bordo de La Pinta, un poquito de suerte basta para ver tiburones martillo, tortugas y rayas, pero no tiburones ballena. Si bien existen registros de hembras adultas en el archipiélago, se sabe muy poco sobre ellas. Es más, el hecho mismo de que los registros sean de hembras adultas llama mucho la atención.
Metropolitan Touring está trabajando de la mano con Galapagos Whale Shark Project. Liderada por la bióloga y conservacionista Sofía Green, esta organización estudia la ecología, los patrones de movimiento y los principales riesgos de los tiburones ballena. En Galápagos, sí, pero también en el mundo. Los datos recabados por este grupo de investigación jugaron un papel importante para establecer, en 2022, la reserva marina Hermandad.
En un mundo cada vez más volcado a la observación de fauna como producto turístico, no cuesta trabajo caer en dinámicas de álbum de estampas del Mundial. Escuchar a Sofía hablar sobre su trabajo, con el hotel Finch Bay de fondo, es igual de emocionante que ver al pez más grande del mundo. Quizás todavía más. Entender a una especie para promover su conservación, más que tacharla de una lista, es sacarse tres hologramas en el mismo sobre.
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Guía práctica para viajar a las Galápagos
¿Cómo llegar a las islas Galápagos?
Galápagos cuenta con dos aeropuertos habilitados para recibir vuelos continentales: el aeropuerto Seymour, en Baltra, y el aeropuerto de San Cristóbal. Ambos cuentan con vuelos desde Quito y Guayaquil. Además del costo de los vuelos, los viajeros deben pagar cuotas adicionales para ingresar a Galápagos.
El costo de admisión al parque nacional Galápagos es de 200 dólares para extranjeros. El costo disminuye a 100 dólares para residentes de la Comunidad Andina o Mercosur y 30 dólares para turistas nacionales de Ecuador. Todos, independientemente de la nacionalidad, deben pagar además 20 dólares en concepto de tarjeta de control migratorio.
Hotel en Galápagos
Ubicado en Puerto Ayora, la ciudad más grande de las Galápagos, Finch Bay Hotel es uno de los hoteles más celebrados del archipiélago. También es un modelo ejemplar en términos de sostenibilidad: el hotel tiene una huella de carbono neutral y parte del suministro de energía provienen de páneles solares. La lista de atractivos del hotel incluye un spa cobijado por mangle, acceso directo a la Playa de los Alemanes y una nueva categoría de habitaciones, llamadas Evolution Suites, con terrazas enormes.
Los huéspedes de Finch Bay tienen acceso gratuito a equipo de esnórquel, caminatas guiadas y charlas con expertos, entre otras actividades. Además, el servicio de concierge ofrece recorridos con costo adicional tanto en Santa Cruz como en islas cercanas a las que se puede ir por el día. El programa culinario de Finch Bay, enfocado en resaltar los sabores nativos del archipiélago, es digno de mención. Por un lado, cerca del 40% de los ingredientes proviene de las islas. Por otro, el helado de palo santo es una joya.
Crucero en Galápagos
La compañía ecuatoriana Metropolitan Touring cuenta con tres barcos en las Galápagos. En términos de tamaño, La Pinta está en el medio. El yate, que opera como un crucero de expedición, tiene 24 camarotes y capacidad máxima de 48 huéspedes. La Pinta ofrece itinerarios de cuatro y seis noches. Las islas y especies mencionadas en este artículo se pueden ver en Origen de las especies, un itinerario de cuatro noches que recorre el noreste del archipiélago.
Remodelado en 2019, La Pinta es un yate cómodo con camarotes espaciosos, jacuzzi en cubierta y cocina capaz de saciar antojos. Dicho esto, la comodidad de un hotel en tierra firme como Finch Bay es incomparable. Mientras que el crucero ofrece la posibilidad de viajar a islas remotas y maximizar tiempo, los hoteles ofrecen la comodidad y placeres culinarios con los que el mar solo sueña.
¿Es mejor viajar en las Galápagos en crucero u hotel? La pregunta repetida como cassette tiene una respuesta justificadamente ambigua. Eso depende de qué se quiera. Hay lugares a los que no se puede llegar si no es en crucero y hay comodidades terrestres que el mar no puede garantizar ni siquiera en el más lujoso de los yates. Si se puede combinar un poco de las dos cosas, ¿por qué no?


Columnista
Marck Gutt es escritor, fotógrafo profesional y partidario devoto del turismo sostenible. Dirige el blog Don Viajes, colabora en programas de radio y publica en medios como El Financiero y Esquire. Las montañas son su lugar feliz y el pan dulce es su primer amor. Encuéntralo en Instagram como don.viajes








