
Viajar por Perú es una experiencia de autenticidad: desde los Andes hasta el bosque amazónico, cada rincón guarda historias milenarias y paisajes que no veremos en otra parte del mundo. Inkaterra, pionera en el turismo sostenible de lujo, ha logrado algo único que solo puede lograr un grupo local: crear hoteles que no solo hospedan, sino que también conectan al viajero con la naturaleza, la cultura y la historia viva del país. Tres de sus propiedades —Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, Inkaterra Hacienda Urubamba e Inkaterra La Casona en Cusco— conforman un recorrido íntimo y memorable por el Valle Sagrado y la mística ciudadela inca.
Dónde hospedarse en Perú:
Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel: entre orquídeas y colibríes
En Aguas Calientes, a orillas del río Vilcanota y en el umbral de la ciudadela inca, este hotel se esconde en un bosque nuboso que parece un jardín secreto. Sus casitas de estilo andino, rodeadas de cascadas, helechos y más de 370 especies de orquídeas (un récord mundial), crean la sensación de haber llegado a un santuario privado.
Aquí, la experiencia va más allá de la contemplación: los huéspedes pueden unirse a caminatas guiadas para descubrir colibríes endémicos como el Cola de Raqueta, observar el vuelo del Gallito de las Rocas —ave nacional del Perú— o explorar senderos interpretativos que revelan la fragilidad y riqueza del ecosistema. La Casa del Té, con su plantación orgánica y procesos artesanales, añade un toque cultural y gustativo al viaje. Al caer la tarde, la caminata hacia el Observatorio del Rocotal ofrece una conexión espiritual con la energía de Machu Picchu.
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Inkaterra Hacienda Urubamba: el alma del Valle Sagrado
A medio camino entre Cusco y Machu Picchu, el Valle Sagrado despliega terrazas agrícolas, montañas de colores y comunidades que aún preservan tradiciones ancestrales. En medio de este escenario, Hacienda Urubamba es un refugio contemporáneo con espíritu colonial, rodeado por campos propios de maíz y cultivos orgánicos que abastecen su cocina de kilómetro cero.
El hotel ofrece experiencias que acercan al visitante al mundo andino: desde aprender a elaborar chicha de jora, la bebida sagrada de los incas, hasta caminatas por el cerro Challa Huasi con vistas panorámicas de Huayoccari. La caída del sol es un espectáculo en sí mismo: la actividad “Crepúsculo” invita a reflexionar sobre la relación de los incas con la astronomía, mientras el cielo del Valle se enciende de tonos púrpura y naranja hasta que se ven todas las constelaciones que rigieron al pueblo Inka.
Para los amantes de las aves, los alrededores son un paraíso natural donde conviven halcones, picaflores y especies únicas de altura.
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Inkaterra La Casona, Cusco: un viaje al pasado colonial
En la Plaza Nazarenas, en pleno centro histórico de Cusco, se levanta una joya arquitectónica del siglo XVI: La Casona, la primera propiedad boutique de la ciudad. Restaurada con meticuloso detalle, sus patios de piedra, frescos originales y chimeneas en cada suite evocan el esplendor de la época colonial, regalando un poco de historia viva a los huéspedes.
Dormir aquí es retroceder en el tiempo sin renunciar al lujo moderno. Tras recorrer las calles adoquinadas de Cusco, declarada Patrimonio de la Humanidad, el regreso a La Casona se siente como entrar en un oasis donde el silencio y la intimidad contrastan con el bullicio de la ciudad.
Un viaje, tres dimensiones del Perú
La propuesta de Inkaterra es que cada hotel sea una puerta de entrada a un ecosistema y una cultura distinta. Machu Picchu Pueblo conecta con la biodiversidad del bosque nuboso; Hacienda Urubamba revela el alma agrícola y espiritual del Valle Sagrado; y La Casona, en Cusco, celebra la herencia colonial con elegancia discreta.
Más que una estadía elegir un hotel es un viaje transformador que une sostenibilidad, lujo y autenticidad en el corazón de los Andes.







