Hay festivales que funcionan como vitrinas y otros que operan como laboratorios. El Festival Internacional de Cine de Los Cabos pertenece, sin duda, a la segunda categoría. Más que un escaparate de estrenos, es un espacio donde el cine se piensa, se acompaña y, en muchos casos, se termina de construir.
Desde su origen, el festival ha apostado por cineastas independientes y emergentes, por proyectos que todavía están encontrando su forma y que necesitan algo más que una pantalla para seguir adelante. A través de distintas secciones, encuentros de industria y premiaciones, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos se consolidó como una plataforma real de impulso: aquí los premios no fueron solo reconocimiento, sino apoyos concretos que permitieron que muchas películas siguieran su camino más allá del festival.
Asistir por primera vez a un festival de esta magnitud tuvo algo de revelación. Ver películas que aún no se han estrenado, saber que varias de ellas están ahí gracias a estos estímulos y compartir la sala con quienes las hicieron posibles transformó la manera de mirar el cine. En Los Cabos, la experiencia no se limitó a la proyección: el cine se vivió como proceso, como conversación y como comunidad.
#BeyondTheScreen el eje central del FICLosCabos 2025
La edición 2025, celebrada del 10 al 14 de diciembre bajo la narrativa #BeyondTheScreen, reafirmó esa visión expansiva. El cine siguió siendo el eje rector, sí, pero convivió de forma natural con la música, el arte digital, la gastronomía y una serie de experiencias inmersivas que dialogaron con el mar, el desierto y la comunidad local, sin estridencias y con una curaduría que privilegió el fondo sobre la forma.
Uno de los ejes más memorables fue el que cruzó cine y música. Entre las proyecciones especiales destacó Depeche Mode: M, concebida y dirigida por el cineasta mexicano Fernando Frías. Más que un documental de conciertos, la película propuso un viaje cinematográfico al vínculo profundo entre la cultura mexicana y la muerte, enmarcado por las presentaciones de Depeche Mode durante su gira Memento Mori en 2023. A partir de los tres conciertos con entradas agotadas en la Ciudad de México —a los que asistieron más de 200 mil personas—, el filme entrelazó material en vivo con secuencias interpretativas y archivos históricos, construyendo una experiencia que trascendió la música para adentrarse en lo simbólico.
Otra de las proyecciones más significativas fue La nube en el jardín, documental protagonizado por Ed Maverick y filmado en vivo desde la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México.
La película se adentró en el universo emocional de uno de los artistas más singulares de su generación y capturó la noche en que Eduardo Hernández Saucedo transformó ese recinto en un espacio de vulnerabilidad y conexión colectiva. Desde el ataque de pánico previo a subir al escenario hasta la catarsis compartida con un público completamente entregado, el documental recorrió un ejercicio de honestidad brutal. Acompañado únicamente por su guitarra, su voz desnuda y un cuarteto de cuerdas, Ed interpretó su último álbum de principio a fin. Tras la función, el propio artista estuvo presente en un conversatorio donde habló del proceso de filmación, de lo que implicó grabar en ese escenario y de cómo esa noche marcó un punto de inflexión en su relación con el escenario.
El festival también abrió un espacio fundamental para pensar el cine desde el oficio. Como parte del homenaje del FICLosCabos 2025 a Eugenio Caballero, diseñador de producción y ganador del Premio de la Academia, se llevó a cabo una masterclass que ofreció una mirada cercana y profunda a su proceso creativo.
A partir de su trabajo con cineastas como Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y J.A. Bayona, Caballero habló de cómo el diseño visual no es un elemento decorativo, sino una fuerza narrativa capaz de transformar por completo la experiencia cinematográfica. Más que una clase magistral, fue una conversación sobre atmósferas, decisiones invisibles y la construcción de mundos que se quedan en la memoria mucho después de que termina la película.
El Festival Internacional de Cine de Los Cabos no buscó deslumbrar con excesos. Apostó por el cuidado del proceso, por las historias que todavía están tomando forma y por la creación de un ecosistema que escucha y sostiene a quienes están empezando. Para una primera vez, fue también una manera clara de entender que el cine no solo se mira: se acompaña mientras nace.
