Tijuana: como un local (adoptivo) por Liliana Ospina
El mejor plan familiar, Finca Altozano en Tijuana

Liliana Ospina (o Lilondra) es artista visual y diseñadora bogotana radicada en Tijuana hace 5 años. Allí se desempeña como independiente desarrollando marcas y asesorando a sus clientes dentro y fuera de México. Se enfoca en temas de diseño visual, marca e ilustración. Adicionalmente, trabaja como docente y es parte activa de un colectivo creativo llamado Mover La Ciudad

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La diseñadora colombiana Liliana Ospina

Es difícil reconocer por qué, a pesar de su caos, de no tener un espacio público especialmente cuidado o alejarse tanto de las coloridas referencias que se tiene del imaginario mexicano, después de llegar a Tijuana y a pesar de tardarme unos años en decidir quedarme, sigo viviendo aquí.

Eso es quizás lo que hace más interesante de este artículo, un intento de trazar pequeñas experiencias que hacen que elija vivir en esta ciudad y no en otra. Trataré de hacer el ejercicio de guía a un recién llegado – como yo hace unos años- a través de la ciudad que ahora me atrapa.

Es una de las calles más caminables de la ciudad. Si la recorres en la mañana o en la tarde, se antoja parar por un café con vista a la calle; en la noche es una ruta segura a la fiesta. De cualquier modo, la idea de dar una caminada, ver gente y parar por un café o una cerveza, es una gran manera de conectar con la ciudad.

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Cortesía: La Corriente Cevichería Nais

Desde la primera vez que vine a Tijuana, hasta hoy, sigue siendo de mis lugares favoritos. La Cevichería Nais de la calle 6ta es el lugar perfecto para comer rico y tener un encuentro descomplicado con amistades. La Red Snapper es su platillo emblema, una tostada fresca con aguacate y salsa. Además, el lugar tiene una excelente combinación musical con guiños a la música de mi tierra, algo de salsa y electrónica tropical.

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Dan Cortes via CreativeCommons

Es el punto cultural más emblemático de la ciudad. Cuenta con múltiples actividades que constantemente cambian, un cine domo, una exposición permanente sobre la historia de Baja California, pero más interesante aún, las exposiciones temporales del museo El Cubo. Los domingos su visita no tiene costo.

La colección de Matiz nos ayuda a echar un vistazo de lo que sucede cuando artistas y diseñadores jóvenes se encuentran con artes tradicionales como tejidos, escultura, joyería, alfarería, entre otras. Con frecuencia resaltan el trabajo de artesanos locales y abren espacios de conversación o talleres que permiten hacer un pulso de lo que pasa en esta materia.

Este escenario se ha vuelto paisaje para locales que están habituados a vivir al lado de la frontera. Sin embargo, para quienes venimos de fuera, visitar el extremo norte, justo en la línea fronteriza con Estados Unidos, puede ser una experiencia chocante, melancólica pero también necesaria. Es el punto de encuentro entre familias divididas en dos países, que cada fin de semana se ponen cita para encontrarse y compartir una tarde.

Bordeando el Oceáno Pacífico por la carretera Escénica, llegamos a Valle de Guadalupe, el lugar en donde se inicia la Ruta del Vino que recorre la península de Baja California. El restaurante Lunario y la vitivinícola Lomita son dos lugares hermanos divididos, literal, por un camino. El concepto de Lunario, liderado por la Chef Sheyla Alvarado, consiste en innovar cada mes con un menú nuevo de ocho tiempos que se construye a partir de la disponibilidad de productos locales según la época del año. Los dos lugares comparten por principio inspirarse en lo local e innovar desde una relación amable con el entorno natural y cultural.

En el mismo Valle de Guadalupe se encuentra una finca de la cual tradicionalmente se ha conocido el Asador Campestre Finca Altozano. Sin embargo, este proyecto reúne en el mismo predio una oferta amplia: helados, tortas (que es como le llaman acá a los sánduches), tienda de vinos, café, corrales de animales, espacio de eventos, hotel, hueto, Airbnb y el restaurante hermano, Animalón.

Conservatorio de Danza México es una iniciativa de las hermanas Marianna y Dulce Escobedo, un lugar que se ha vuelto muy cercano a mi corazón. Constantemente tienen eventos en diferentes áreas de la danza, talleres o muestras, que me han llevado a concluir que no necesito saber de danza para disfrutar la danza. Basta con visitar sus redes sociales o su edificio para enterarse de los eventos que tienen en el momento de tu visita.

El Observatorio  es una escuela de cine que se ubica en el antiguo cine Bujazán, un teatro enorme que fue comido por el fuego en 1993. Ahora, y a medio armar, se ha vuelto un referente cultural por alojar conciertos, eventos culturales y ser un espacio académico. A mi modo de ver, refleja gran parte del espíritu de Tijuana, un lugar en ruinas que es capaz de redefinirse y convertirse en un referente de intercambio cultural. Cuenta con un cafecito en su entrada llamado Trama.

La comida es, sin duda, la razón número uno por la cual visitar Tijuana. El Grupo Bajamed ha sido por largos años un referente culinario en la zona. Tienen presencia en el Valle de Guadalupe, con La Esperanza, y en Tijuana, con su restaurante La Q. Cualquiera de sus platillos son garantía. Mis favoritos: el taquito de pulpo, burrito de pato y el taco de jamaica.