
Hace más de 15 años viajé a Brasil de vacaciones por primera vez. Llegué con dos amigas a Maresias, una de las playas preferidas de los paulistas, un 31 de diciembre a la noche, en épocas en las que aún no se usaba Booking ni Airbnb y, por lo tanto, no contábamos con hospedaje reservado. Las últimas horas de ese 2006 nos lo pasamos caminando las ruas de Maresias en busca de una pousada donde pasar la noche, rodeadas de cientos de alegres brasileños vestidos de blanco de pies a cabeza celebrando la Reveillon. Un rato antes de que se hicieran las doce conseguimos un antro donde dormir, nos enfundamos en la poca ropa acorde que habíamos llevado y, cerveja en mano, partimos hacia la playa para recibir el año nuevo vestidas de blanco.
La tradición de vestir de blanco en la nochevieja está cargada de un simbolismo que trasciende fronteras y culturas. Esta costumbre, profundamente enraizada en países como Brasil y adoptada en muchos otros combina significados espirituales, históricos y culturales.

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El simbolismo del blanco
En la cultura occidental, el blanco está tradicionalmente asociado con la pureza, la limpieza y la paz. Es el color de los vestidos de casamiento, las palomas de la paz y las banderas que representan una tregua. Pero su simbolismo va más allá: según la psicología cromática, el blanco contiene la suma de todos los colores y evoca un renacimiento espiritual y emocional.
Según dicen, vestirse de blanco puede elevar nuestra vibración, ayudándonos a dejar atrás lo negativo y a abrazar una nueva etapa con mayor claridad y esperanza. Este color también está relacionado con la reflexión, permitiéndonos procesar los aprendizajes del año que termina mientras nos preparamos para enfrentar los desafíos del próximo.
El origen en Brasil: la fiesta de Reveillon
Uno de los puntos de origen más fuertes de esta tradición moderna se encuentra en Brasil, específicamente en la célebre fiesta de Reveillon en Río de Janeiro. Cada 31 de diciembre, millones de personas se reúnen en la playa de Copacabana, todas vestidas de blanco, para despedir el año. Este evento no solo es famoso por su espectáculo de fuegos artificiales que ilumina la bahía, sino también por sus rituales de inspiración africana.
En esta celebración, los asistentes realizan ofrendas a Lemanjá, la diosa del mar en las religiones afroamericanas como el candomblé y la umbanda. Lemanjá es conocida como protectora de los navegantes, madre de los peces y símbolo de fertilidad y hogar. Las ofrendas —flores, perfumes y comida— se colocan en balsas que se dejan flotar en el océano mientras se entonan cánticos y se tocan tambores con ritmos ancestrales. Este acto busca pedir purificación y buena fortuna para el año entrante.
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La expansión del ritual
La práctica de vestirse de blanco no se limita a Brasil. Ha trascendido sus fronteras para llegar a otros países, como el propio, Argentina, donde esta costumbre ha ganado popularidad en los últimos años. Aunque muchos argentinos ven en el blanco una moda o una cábala para atraer buenas energías, la tradición también se ha convertido en una oportunidad para reflexionar sobre los logros y las dificultades del año que termina. Las redes sociales se llenan de postales de familias vestidas de blanco, un símbolo colectivo de esperanza y renovación.
Un color que conecta culturas
El blanco no solo conecta a las culturas occidentales y africanas, sino que también es una expresión de cómo las tradiciones viajan y se adaptan a nuevos contextos. En África, el blanco tiene un significado profundamente espiritual, relacionado con la pureza y la protección. Al ser traído a América por los esclavos africanos, este simbolismo se fusionó con las prácticas locales, creando rituales únicos como los que se realizan en Bahía, otra región de Brasil donde el blanco es un color predominante en celebraciones religiosas.
Moda y tradición: un equilibrio perfecto
Con el paso del tiempo, el significado espiritual del blanco se ha mezclado con la moda. Durante los últimos meses del año, las vidrieras de las tiendas se llenan de opciones blancas para todos los géneros y estilos. Esto refleja no solo una búsqueda de conexión con las raíces culturales, sino también un deseo de alinearse con una tendencia que simboliza algo más grande: la renovación y el inicio de un ciclo positivo.
Más allá del color
Aunque el blanco es protagonista, no todos eligen este color para recibir el Año Nuevo. Algunos optan por otras tonalidades que representan deseos específicos: el rojo para atraer el amor, el amarillo para el dinero o el verde para la salud. Sin embargo, el blanco sigue siendo el símbolo universal de paz y armonía, una especie de punto de partida limpio para el año que comienza.