
Algunos hoteles se sienten como puntos de partida. Otros, como una pausa bien pensada en medio del camino. El Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center, en el barrio del Retiro, logra ser ambas cosas: base sólida para explorar la ciudad y remanso cómodo para descansar. Desde su inauguración en 1972, este hotel de estilo racionalista ha formado parte del horizonte porteño con una elegancia sobria que ha sabido mantenerse vigente.
Ubicado en el conjunto urbano de Catalinas Norte, su torre blanca se alza junto a la histórica Plaza San Martín y a tan solo unos pasos de la terminal de autobuses, del microcentro y de zonas clave como Puerto Madero, Recoleta y Palermo. Es un punto estratégico para quienes llegan a Buenos Aires por primera vez o para quienes combinan trabajo y descanso en una misma estancia.
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Una bienvenida con sabor local
Desde el momento del check-in, el servicio del Sheraton Buenos Aires destaca por su eficiencia y calidez. Al entrar a mi habitación me esperaba una botella de Malbec, elaborada especialmente para el hotel. Un gesto significativo para conectar con la cultura vitivinícola del país desde el primer momento.
Habitaciones con carácter
Durante mi estadía tuve la oportunidad de hospedarme en dos tipos de habitación. Las renovadas ofrecen un diseño funcional, pensado para quienes privilegian la practicidad. Pero fue en una habitación de corte más clásico, con mobiliario de madera oscura y una atmósfera apacible, donde encontré una experiencia distinta. Ubicada en uno de los pisos ejecutivos, con vista directa al parque de El Retiro, esta habitación invitaba al descanso: silenciosa, cómoda y con un aire casi nostálgico que remite a la elegancia de los años noventa.

Desayuno internacional en clave porteña
El desayuno buffet se sirve cada mañana en un salón amplio y luminoso. Es generoso en variedad y está pensado para viajeros internacionales: frutas frescas, quesos y fiambres, panes, bollería local, jugos naturales, huevos al gusto y opciones calientes. No faltan las clásicas medialunas argentinas, perfectas para acompañar un café cortado mientras la ciudad despierta al otro lado del ventanal.
Albercas, gimnasio y espacios para reconectar
El hotel cuenta con dos piscinas: una exterior rodeada de camastros, ideal para los días soleados, y otra interior, disponible todo el año, perfecta para quienes buscan nadar o relajarse sin importar el clima. Ambas están integradas al Neptune Pool & Fitness Center, que también incluye gimnasio y área de spa. Son espacios que invitan a reconectar con uno mismo tras una jornada de caminatas o reuniones por la ciudad.

Una ubicación que te pone cerca de todo
Lo mejor del Sheraton Buenos Aires es, quizás, su ubicación. A un lado del parque y la Torre Monumental, se puede ir caminando al microcentro o al barrio de San Telmo; en coche, Palermo y Recoleta están a pocos minutos. La terminal de ómnibus y la estación de trenes de Retiro facilitan también las escapadas al interior del país, y el Aeroparque Jorge Newbery se encuentra a unos 15 minutos, lo que permite conectar con destinos como Mendoza, Salta o Iguazú sin complicaciones.

¿Para quién es este hotel?
Este hotel es una excelente opción para viajeros de negocios que buscan eficiencia sin renunciar al descanso, pero también para quienes planean una estadía urbana con la posibilidad de combinarla con viajes por el país. Tiene todo lo necesario para hacer base en Buenos Aires: buena conectividad, servicio profesional, habitaciones cómodas y la tranquilidad de una marca con historia.
El Sheraton Buenos Aires no necesita reinventarse: su valor está en lo que ha perfeccionado con el tiempo. Aquí el lujo no es estridencia, sino solidez. Y eso, en una ciudad tan dinámica como Buenos Aires, es una virtud.
- Dirección: San Martín 1225/1275, Retiro, Buenos Aires, Argentina
Habitaciones desde USD 160 en temporada media, reserva en https://sheraton.marriott.com/es-XM/#
¿Qué hacer cerca de Retiro en Buenos Aires?
¡Comer y comer! El Microcentro de Buenos Aires es hogar de bodegones, restaurantes clasiquísimos a precios accesibles y lugares de toda la vida que saben a otra época.
Bodegón La Pipeta
Un comedor escondido en una galería del microcentro donde se sirve comida casera en porciones generosas. Milanesas como las de antes, mozos que ya te conocen desde la primera vez y precios que parecen de otra época.
Pipo Paraná
Parrilla de barrio con mantel de hule y alma porteña. Acá se viene a comer carne sin ceremonia y a escuchar las conversaciones de mesa como parte del ambiente. Los vermicellis de huevo con cualquiera de las salsas de la casa son toda una anécdota.
El Cuartito (pizzería)
Clásico entre clásicos. Desde 1934 este local sirve fugazzeta con y sin fainá, en un salón lleno de fotos de glorias deportivas y sin pretensiones. Un lugar inolvidable. Vas a querer llevarte una caja en el avión de vuelta a casa. Llega temprano, antes de las 6, porque avanzando la noche se hace fila afuera del local.
Confitería La Ideal
Recién restaurada, esta joya del art nouveau porteño te transporta a la Belle Époque. Ideal para un té con masas finas o para ver cómo vuelve a latir el centro de Buenos Aires.Florida Garden
Café notable donde el espresso se toma en tazas pequeñas, las sillas suenan al moverse y los diarios aún se leen en papel. Punto de encuentro de generaciones enteras de oficinistas, escritores y taxistas.
sobre la autora
Jazmín Martínez lleva casi una década comiendo, contando historias y metiéndose hasta la cocina en Food Police. Fundó dicha plataforma para compartir lo bonito (y lo no tan bueno) de la gastronomía dentro y fuera de México, con un estilo honesto y divertido.