72 horas en Río de Janeiro
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Imagino a Río de Janeiro como una mujer morena, elegante, con pelo afro bien armado y compacto como una esponja vegetal, con ropa ligera verde lima, cruzando la calle con paso firme y seguro, moviendo la cadera y la cabeza de lado a lado con una sonrisa luminosa. Encontrarla es toparse con una ciudad singular y única, un estado espiritual, un paréntesis. Es contagiarse del buen humor de su gente; escuchar música de tambores en todos lados; ver danzar a locales incluso al caminar; vivir en Carnaval, aunque este sea sólo en febrero; disfrutar la arquitectura de los años 50 y 60, del diseño carioca de todos los tiempos; tomar una cerveza “estúpidamente” helada en la playa (y ordenarla así también); saborear las deliciosas y jugosas frutas tropicales; encontrar la vegetación creciendo entre los edificios de sus barrios icónicos y llenos de contrastes; y deambular sobre sus aceras de venecitas que dibujan formas zigzagueantes en blanco y negro.

Esta ciudad tropical, que debe su nombre a los portugueses que avistaron la Bahía de Guanabara por primera vez en 1502 y la confundieron con la desembocadura de un gran río, ofrece playa todo el año, arquitectura y diseño, gastronomía, noche y un sinfín de actividades para todos los tipos de viajeros.

Aquí una (mini) guía para conocer Río de Janeiro en tres días o 72 horas.

Las mejores vistas desde las alturas: Morro de Urco y Pao de Azucar

Las calles y playas de Río de Janeiro se disfrutan desde el nivel del mar pero se admiran desde las alturas. En el Morro de Urco, Parque Bondinho ofrece unas vistas inmejorables de la ciudad. Allí se puede tomar el teleférico y llegar hasta el Pao de Azucar, o contemplar las vistas de las playas, la ciudad contigua de Niteroi, las bahías, lagunas, el Cristo Redentor y la enorme playa de Copacabana. También en la Embajada Carioca se puede disfrutar de la caída del sol y tomar una cerveza helada o una caipirinha con DJs en vivo. Otra opción inolvidable es tomar un sobrevuelo de la ciudad en helicóptero. Helisight ofrece un paseo aéreo de 15 minutos con una vista de ave de la ciudad y la experiencia única de darle la vuelta al imponente Cristo Redentor.

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Actividades culturales: de fluir del samba a la permanencia de la arquitectura 

En la ciudad con el carnaval más conocido del mundo, el samba es religión. Esta danza, que tiene su origen en bailes tradicionales africanos, llegó a Brasil de la mano de los esclavos de Mozambique y Angola. Originalmente se llamaba Semba, que se traduce como ‘ombligo y oración’ y tenía un doble sentido: el místico, ya que se realizaba para invocar a los espíritus de los antepasados; y el sensual, puesto que una de sus influencias es la «umbligada», que hace referencia a un golpe de ombligo con ombligo.

Fue en Río donde la danza se asentó y aún hoy puede sentirse igual de viva. En las calles del barrio Lapa, cualquier bar se transforma en un sambódromo. Pero el mayor escenario para moverse, bailar y disfrutar de la verdadera cultura carioca es Rio Scenarium, el templo del samba, con música en vivo y caipirinhas en mano.

Otro paseo obligado es visitar la ciudad contigua de Niteroi para descubrir la arquitectura signature de Brasil y las obras de Oscar Niemeyer, el arquitecto brasileño promotor de las ideas de Le Corbusier, considerado uno de los personajes más influyentes de la arquitectura moderna internacional. Niterói, contiene el mayor número de proyectos firmados por él: el Centro de Memória Roberto Silveira, la Fundación Oscar Niemeyer y el Teatro Popular de Niterói, entre otros. El Museo de Arte Contemporáneo, con forma de platillo volador, es una de las últimas obras de Niemeyer y la más visitada por amantes del arte.

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De bares, tapas y rodizios

Si no tienes buenas recomendaciones, elegir dónde comer en Río puede resultar una tarea compleja. La oferta es inmensa y se puede disfrutar desde botecos (bares típicos de Brasil), hasta sitios con estrellas, fancy o bien cariocas.

Quienes están buscando el sitio chic -la tendencia- tienen que conocer Elena de Horto. El sitio tiene la mejor coctelería de la ciudad, de la mano del mixólogo Alex Mezquita, y algunas extravagancias, como karaoke en los baños. Imperdible y único.

La Churrascaria Palace es el mejor lugar para probar carnes, servidas por los camareros en una aguja de medio metro. Cada comensal va pinchando su porción hasta decir basta. Las ensaladas y acompañamientos son de auto service.

Gero es un bistró italiano, un acierto seguro para comer rico y beber buenos vinos. Suena jazz o música baja, no hay bullicio y la atención y servicio convierten la experiencia en un lujito para darse en vida. La caipirinha clásica en la recepción fue la mejor que tomé.

Para comer como un local hay que acudir a los botecos, el equivalente a los bares de tapas en España, donde la cerveza helada sale sin parar de las choperas y viene acompañada de petiscos, esos bocaditos como la yuca, las carnes de res y de pollo -incluidas las menudencias-, los mariscos y hasta el fríjol. Son los lugares de encuentro cariocas por excelencia y están desperdigados por toda la ciudad. Mis preferidos durante mi visita fueron Bar do Mineiro, en Santa Teresa; Pavão Azul, en Copacabana, para comer pataniscas de bacalao y arroz de camarones; y Bar Magnolia, una versión moderna en Ipanema.

Playas 

Las playas de Río son la razón que hace a esta ciudad maravilhosa tan irresistible. Desde la gigante Copacabana hasta la cool Ipanema tienen vida y formas propias, y uno nunca se aburre en ellas mientras mira la gente, el paisaje y esquiva vendedores de todo tipo.

Fuera del circuito turístico, las playas son aún mejores, incluso algunas certificadas como Grumari, Prainha y Reserva. Por la calidad del agua, la limpieza de la costa, el valor cultural del lugar y las actividades de educación ambiental, tres playas de la ciudad de Río de Janeiro recibieron la tan esperada Bandera Azul, un sello internacional de sostenibilidad que indica una calidad de las playas superior, garantizando un entorno seguro y limpio para los visitantes.

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Hoteles de lujo en las mejores playas

A la hora de hospedarse, Fasano Rio es el lujo más bonito que uno puede regalarse, con una ubicación privilegiada frente a la playa de Ipanema. En Copacabana, Emiliano es otra opción atractiva, boutique y de diseño, con música en vivo en su planta baja. Al comienzo o fin de Copacabana, límite con Leme está el enorme Hilton de Copacabana, un hotel más grande, con vista al mar y precios más accesibles.

Para quienes quieran salir del circuito turístico y conocer Barra de Tijuca, el Grand Hyatt Río de Janeiro es la elección indicada, frente a la imponente playa de Barra y con muchas opciones para adultos y familias.

Para saber toda la agenda cultural carioca siempre vale la pena consultar antes del viaje el sitio de Visit Río, una fundación privada sin fines de lucro, cuya misión es estimular el turismo.