
Uno de los lugares más recónditos y australes del mundo guarda el secreto de la juventud, la terapia Mayr. Ideal para bajar de peso, mejorar la piel, curar y prevenir cualquier tipo de enfermedad y, sobre todo, para ganar bienestar y equilibrio emocional. Esta terapia preventiva consiste en una desintoxicación del organismo a través de la limpieza del intestino, con ayuno intermitente y educación para cuidar el cuerpo toda la vida.
La tendencia de los viajes wellness o para el cuidado de la salud son unas de las más abrazadas por quienes entienden a la salud como el mayor lujo del mundo. Viajar para experimentar la terapia Mayr conlleva 10 días de tratamientos que restauran el organismo, desintoxicar el cuerpo y ayudan a bajar de peso. Todo esto en un entorno paradisíaco en el sur de Chile, entre montañas, bosques y lagos.

“Los pacientes se sienten muy felices cuando termina la terapia”, dice la Dra. Cecilia Mirenda, médica clínica de 71 años que aprendió este método en su juventud, en Austria y Alemania, junto al Dr. Mayr. Su mentor elaboró esta terapia curativa en los Alpes, donde le sumaba al tradicional ayuno intermitente una caminata diaria de subida a la montaña. “En esa época, la cura era mucho más estricta”, rememora.
En qué consiste la terapia Mayr
Él Dr. Mayr definió al aparato digestivo como el organismo-raíz del ser humano. Así fue que desarrolló una escuela cuyo fundamento es el reposo del sistema digestivo, disminuyendo la cantidad, frecuencia y consistencia de los alimentos. Este détox individual tiene como pilar el cuidado, la depuración y la educación, para reeducar el hábito de comer, masticar y elegir los alimentos. En el proceso no solo se liberan las sustancias tóxicas almacenadas en el cuerpo, también facilita la liberación de cargas emocionales. “Es un tiempo dedicado a la observación y contemplación interna”.
Hace 34 años, Cecilia Mirenda empezó a aplicar la terapia Mayr en el hemisferio Sur, luego de descubrir el lugar ideal en el sur de Chile, precisamente en Puyehue. El Hotel Puyehue es un spa holístico a base de aguas termales, emplazado en un valle verde, rodeado de bosques, lagos y picos nevados de la Patagonia. Presume de estética de montaña, con madera y piedra, tal como la arquitectura suiza acostumbra.


Al llegar a Puyehue explican que la base de la terapia consiste en una dieta monotónica, sin harinas ni azúcares refinados y con un ayuno de 12 horas. Cada persona dentro del programa tiene asignada una mesa individual, porque tiene que aprender a comer masticando durante 20 minutos, sin hablar ni distraerse, para lograr desarmar las moléculas de los alimentos. “Hay que aprender a masticar porque en el estómago no hay dientes”, explica Mirenda.
Lo curioso es que con estas pequeñas raciones de comida uno logra saciedad a través de la masticación. Cuando yo participé, el grupo estaba conformado por personas de distintas edades, algunos con problemas de estrés, obesidad, diabetes, hipertensión y también mujeres coquetas que hacían el reset de fin de año. El dato no menor era que todos ellos ya habían hecho la cura varias veces y todos coincidían en que se sentían a gusto al terminar la cura, que ansiaban volver cada año.
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Durante la experiencia se realiza a diario una rutina de ejercicios recreativos y caminatas relajantes. Se privilegia dormir largas horas, ya que la cura Mayr sostiene que es una de las claves para cuidar el organismo. No se recomienda hacer ningún tipo de esfuerzo físico, pero se puede ir libremente a las termas para absorber todos los minerales, recomendados para nutrir los huesos y la piel. También realizar masajes, baños de lodo y otras terapias en el spa. Los primeros días es cuando se produce la verdadera desintoxicación y empiezan a aparecer mareos, dolores de cabeza y algunos dolores punzantes en el cuerpo.

Además de brindar un masaje diario para movilizar y desinflamar el intestino, la Dra. Mirenda está presente para llevar tranquilidad a sus pacientes ante sus molestias: “Todos los síntomas son parte del cambio metabólico y la desintoxicación de las toxinas acumuladas toda la vida”.
Luego de pasar esos primeros momentos duros los resultados empiezan a expresarse: la ropa empieza a quedar más holgada, la piel mejora su textura y se ve luminosa y tersa; aumenta la vitalidad, las ganas de hacer cosas, de recorrer los lagos y volcanes de la zona; se pone en marcha el sistema inmunitario y lo mejor es eso de lo que tanto hablaban los pacientes: la claridad mental que genera equilibrar el cuerpo con el entorno. Un estado de felicidad pura y armonía que se refleja en las sonrisas de todos los presentes.
