Lo vimos en el cine, en la televisión, en libros o revistas. Vive en nuestro imaginario desde siempre, como un ícono cultural, ya ni siquiera arquitectónico. Nos acercamos a 20 W 34th St., en pleno Manhattan, para descubrir, en primerísima persona, la historia del Empire State Building.
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Mucho más que un mirador
La visita al Empire State cambió justo antes de la pandemia. En 2019, y sin saber lo que se les venía por delante, el edificio reconfiguró su propuesta turística. Además del mirador del piso 86, ahora los visitantes podían sumergirse en la historia del ícono neoyorquino y descubrir algunos de sus hitos menos conocidos recorriendo exhibiciones interactivas llenas de fotografías, maquetas, videos y simulaciones hechas con inteligencia artificial.

La construcción del Empire State comienza el 17 de marzo de 1930. Parece irreal, pero un año y 45 días más tarde ya estaba terminada. Cuentan en la visita que el récord es aún más impresionante: los últimos meses estuvieron dedicados a la cúpula exclusivamente, por lo que el edificio se levantó en aún menos tiempo. En el nuevo museo se observan algunas de las vigas originales, junto a un par de videos que recrean el método colaborativo con el que fueron levantadas.
La novedad no tardó en difundirse y pronto la terraza el piso 86 se convirtió en furor. La mejor vista de la ciudad costaba apenas… diez centavos. Pero el salto al estrellato mundial llegó un año después, cuando el Empire State tuvo su primer rol protagónico en el cine, en la película King Kong. Para 1976, ya con más de una película encima, el edificio había recibido a cincuenta millones de visitantes. Hoy en día reciben millones por año.

Un edificio verde
Una arista menos conocida del Empire State es su faceta sustentable. Durante los últimos diez años, las instalaciones han sufrido una reestructuración energética brutal, con el objetivo de maximizar su eficacia. Para ello realizaron una inversión de más de 550 millones de dólares y salieron a buscar a los especialistas más capacitados del mundo.
Uno de los cambios más importantes se encuentra en los ascensores, los que usan miles de turistas a diario: ahora recapturan la energía de la fricción, normalmente perdida en forma de calor. También mutó el sistema de iluminación para aprovechar al máximo la luz natural y la aislación del edificio entero, reduciendo la necesidad de acondicionar ambientes.

Desde 2010 y de manera continua, el edificio gana la certificación anual Energy STAR. Pero los galardones no se quedan puertas adentro: el equipo busca que la experiencia se replique en otros proyectos. Para eso reportaron su trayecto y sus aprendizajes en un playbook disponible para quien lo quiera.
Nueva York, vista como nunca antes
Dijimos que el Empire State Building es mucho más que un mirador. Es verdad. Pero, bueno…qué vistas tiene. Uno cree que sabe lo que va a ver: el piso 86 que tantas veces conoció a través de la pantalla. La realidad supera cualquier expectativa y, aún teniendo que abrirse espacio entre la multitud, la experiencia es emocionante.
Nueva York en siete bocados (y un par de sorbos)
La ciudad parece pequeña ante la enormidad del edificio y el mirador permite observarla desde cualquier ángulo, unos 360 grados perfectos. Brooklyn de un lado, Nueva Jersey del otro, un horizonte interminable que sólo se ve desde esas alturas.

Cuando todo parece insuperable, hay una sorpresa más. Un ascensor distinto lleva al piso 102. Cerrado, vidriado y más pequeño -se accede con un ticket distinto, más exclusivo- también ofrece vistas a la ciudad entera, que ahora queda a tus pies. ¿Es un poco más caro? Sí. ¿Vale la pena? También.
Puedes comprar tus entradas y acceder a distintas experiencias en la página del Empire State Building.