A raíz de la ocupación del Tawantinsuyo, enormes monolitos que los Incas estaban transportando a lo largo de su vasto territorio fueron abandonados. Hasta el día de hoy se pueden admirar grandes piedras talladas a los lados de las modernas carreteras o en las orillas de los ríos. Se les llaman piedras cansadas, porque según los cronistas del siglo XVI, dejaron de caminar después de haber llorado sangre.
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El misterio todavía no resuelto que rodea a las piedras cansadas es su propósito. Nadie sabe con certeza dónde iban a ser colocadas. Se quedan a la vista de los pasantes del siglo XXI como un recordatorio constante de que una obra en curso ha parado, que una cultura dejó de existir.
El enigma de las piedras cansadas también me transporta hacia la mayoría de los centros arqueológicos andinos donde rompecabezas en forma de piedras labradas tumbadas al suelo siguen sin ser descifrados, sin ser comprendidos. La piedra cansada marca la profunda distancia que existe entre el hombre contemporáneo y el hombre prehispánico y con grave silencio grita la última enigmática palabra de un mundo a punto de desaparecer.
















colaborador
Antonio Sorrentino es un fotógrafo italiano que reside en los Andes peruanos, donde se dedica al desarrollo de la fotografía centrada en documentar comunidades indígenas, sus tradiciones y el patrimonio cultural prehispánico. Antonio ha participado en diversas exposiciones en Europa y Sudamérica, y ha publicado su obra editorial en revistas internacionales. Realizó un Máster en Fotografía Documental y Narrativa en EFTI (Madrid) y otro en Artes Visuales, Fotografía y Proyectos Creativos en la UMH en España. Trabajó como fotógrafo en Lima, Perú, donde también impartió clases como profesor en Corriente Alterna, una Academia de Bellas Artes. Además, fundó una agencia fotográfica llamada Phoss y actualmente colabora con www.luz.it, una agencia documental con sede en Italia.