
Para los viajeros en búsqueda de una experiencia transformadora, Naoshima en Japón es un refugio artístico sin igual. Situada en el Mar Interior de Seto y accesible en ferry desde Uno o Takamatsu, esta “isla del arte” ofrece una transición perfecta del bullicio urbano a un espacio de calma y contemplación. Con una red de caminos ideales para explorar en bicicleta, los visitantes pueden descubrir instalaciones artísticas al aire libre, esculturas junto al agua
y murales entre la vegetación. En este entorno, la obra de visionarios como Tadao Ando y Yayoi Kusama no solo se observa, sino que se vive, creando un diálogo constante entre el arte, la naturaleza y la arquitectura.


Un destino para el viajero contemplativo
Naoshima es ideal para quienes buscan una experiencia de calma y apreciación del arte en su forma más pura, lejos del turismo frenético. La isla invita a recorrer sus caminos en bicicleta o a pie, explorando cada rincón. Entre las paradas más acogedoras se encuentra Café Salon Nakaoku, un espacio rústico en una casa japonesa restaurada que sirve café y té, brindando un ambiente sereno. Café Chichu, dentro del Chichu Art Museum, ofrece vistas cautivadoras del Mar Interior de Seto, con su diseño que invita a la contemplación después de recorrer el museo. Para los amantes del café, Hifumiyo Coffee es un rincón encantador que destaca por su café artesanal, ideal para una pausa íntima entre las exploraciones de arte.
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Las obras imperdibles
Entre las obras más destacadas se encuentran la calabaza amarilla de Yayoi Kusama, ubicada en un muelle que se adentra en el mar, y el Chichu Art Museum, diseñado por Tadao Ando. Este museo alberga una colección cuidadosamente curada que incluye los nenúfares de Claude Monet y piezas de Walter De Maria y James Turrell. De Maria presenta una instalación geométrica monumental, mientras que Turrell explora la luz como un material tangible, creando experiencias sensoriales de introspección y percepción espacial.
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Benesse House: arte y alojamiento en perfecta sintonía
Uno de los emblemas de Naoshima es Benesse House, otra creación de Tadao Ando. Este espacio fusiona arte contemporáneo, arquitectura y un lujo discreto en una obra maestra de concreto y líneas minimalistas. Entre las obras expuestas en Benesse House se encuentran la serie Time Exposed de Hiroshi Sugimoto, que captura la esencia del tiempo y la naturaleza, y Sublimate IV de Antony Gormley, que invita a reflexionar sobre el cuerpo y el espacio. También cuenta con obras de Teresita Fernández y Thomas Ruff, creando un diálogo continuo entre el arte y el entorno natural. Las habitaciones de este hotel-museo ofrecen vistas del Mar Interior de Seto y están decoradas con obras que parecen dialogar con el paisaje, convirtiéndose en un refugio ideal para quienes buscan una conexión auténtica con el arte y la naturaleza.


Una experiencia auténtica: rentar una casa tradicional en Naoshima
Para una inmersión aún más profunda, Naoshima ofrece la opción de rentar una casa japonesa a través de plataformas como Airbnb. Estas casas tradicionales permiten dormir en un tatami y estar rodeados de shoji y fusuma (puertas corredizas de papel y madera) que difunden la luz suavemente. La entrada a una casa típica se hace a través del genkan, un vestíbulo donde se deben quitar los zapatos, marcando el respeto por la limpieza y la separación entre el exterior y el hogar.
En el salón principal, es común encontrar un tokonoma, una alcoba elevada decorativa para exhibir ikebana o caligrafía. Esta característica tradicional invita a la contemplación, conectando al visitante con la estética y espiritualidad de Japón. Algunas casas también ofrecen el ritual del ofuro, un baño japonés donde el descanso y la limpieza se convierten en un acto de serenidad y respeto por el cuerpo y el espíritu.

Un viaje de conexión y reverencia
Naoshima invita a quienes buscan un viaje que trascienda la contemplación visual y se transforme en un diálogo con el arte, la naturaleza y el espíritu japonés. Cada rincón de la isla, cada obra de arte y cada detalle arquitectónico llevan a una conexión más profunda con el entorno y con uno mismo. Naoshima no es solo un lugar para visitar, sino un espacio de encuentro entre el silencio y la creación, un santuario de belleza sutil y duradera.