La estación internacional de Canfranc, en pleno corazón del Pirineo aragonés, ha resurgido de sus cenizas para convertirse en uno de los hoteles de lujo más singulares de España. Este imponente edificio, cargado de historia y misterio, ha recuperado su esplendor gracias a una cuidadosa restauración que ha respetado su esencia ferroviaria, adaptándolo a las exigencias del turismo contemporáneo.
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Pero en Canfranc no solo se disfruta de una joya arquitectónica convertida en alojamiento cinco estrellas: es también una puerta de entrada a un territorio lleno de naturaleza, historia y aventura. En este artículo, te contamos por qué este rincón de la comarca de la Jacetania debe estar en tu lista de destinos imprescindibles.
La estación de Canfranc, elegancia histórica
Inaugurada en 1928, la estación internacional de Canfranc fue durante décadas un polo de conexión clave entre España y Francia. Su estilo neoclásico y monumental, con más de 240 metros de longitud y casi 400 ventanas, le valió el apodo de «el Titanic de las montañas», ya que es una de las estaciones más grandes de Europa.
Los conflictos bélicos internacionales y el definitivo cierre de la conexión ferroviaria entre los países vecinos en 1970, motivaron su cierre y dejaron el edifico en estado de abandono. Aún así, con el aperturismo turístico y la llegada de la democracia, el flujo de visitantes hasta esta bellísima obra de arte de arquitectura civil no hacía sino aumentar. Su valor patrimonial y aura cinematográfica la convirtieron en un lugar de culto para fotógrafos, historiadores y viajeros.

Hoy, tras una costosa inversión público-privada y una meticulosa intervención arquitectónica, la estación ha reabierto como el Royal Hideaway Hotel Canfranc Estación, un lujoso establecimiento gestionado por Barceló Hotel Group. El hotel cuenta con 104 habitaciones, un restaurante con estrella Michelin, spa, biblioteca, y una ambientación que rinde homenaje al esplendor del ferrocarril europeo de entreguerras.
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El acceso al hotel es exclusivo para los huéspedes. Sin embargo, el Ayuntamiento de Canfranc organiza visitas guiadas en las que se pueden pasadizos secretos, andenes históricos y muchos detalles sobre la estación. Es muy interesante para descubrir más sobre el importante papel del enclave durante la Segunda Guerra Mundial. En Canfranc hubo espías, nazis y tesoros saqueados por bandidos.
Alojarse en un pedazo de historia
Pasar una noche en la estación de Canfranc se parece mucho a viajar en el tiempo. La cuidada restauración ha respetado el estilo de la original, espacios como la marquesina original o la antigua taquilla siguen a la vista del visitante. Además, los suelos de mármol y la cuidada iluminación se combinan con elementos de inspiración art déco, dándole un toque elegante y exclusivo a sus interiores.

El personal del hotel viste uniformes que evocan la elegancia de los años 30 y hacen sentir al huésped en una estación de aquella época. La ambientación y los nombres de las habitaciones – «Primera Clase», «Gran Turismo»- transportan a aquellos turbulentos años europeos. Con la diferencia, obviamente, de contar con todas las comodidades de un establecimiento de primer nivel del siglo XXI.
Canfranc no es solo su estación
Más allá de la estación-hotel, el valle de Canfranc ofrece una oferta turística variada, ideal para los amantes de la naturaleza, la cultura y el deporte.
El túnel del Somport y el puente de los Peregrinos
El túnel ferroviario del Somport y el puente románico de los Peregrinos recuerdan la importancia estratégica del enclave desde la Edad Media. Ambos forman parte del Camino de Santiago aragonés, que atraviesa esta zona camino a Jaca. El primero fue una obra clave para la llegada del tren desde Francia. El segundo, situado más cerca del pueblo de Canfranc es un pedazo de historia medieval que refleja la antigüedad de las peregrinaciones hasta Santiago.

Senderismo y rutas de montaña
Canfranc es punto de partida de numerosas rutas de senderismo por el valle del Aragón. Destacan caminos hacia los ibones de Anayet, el pico Collarada o Las Blancas. Es importante prepararse bien porque algunas son duras y pueden hacerse en condiciones meteorológicas adversas. En invierno, la proximidad de estaciones de esquí como Candanchú o Astún la convierte en base perfecta para actividades de nieve.

La histórica Jaca
A media hora en coche se encuentra Jaca, otra población con mucha historia y llena de patrimonio. Destacan su ciudadela, la catedral románica y su animado casco histórico. Conviene recordar que no solo es un lugar histórico, sino una de las localidades más importantes del norte de Aragón. Por esta razón, es un lugar con numerosa oferta gastronómica, muy recomendable si se visita en los helados días de invierno.

Aquí tienes algunas opciones para disfrutar de la estación de Canfranc y sus alrededores. Es un ejemplo único de recuperación de patrimonio para atraer turismo aprovechando la historia, la arquitectura y el impresionante entorno natural. Además, la escapada puede realizarse durante todo el año: aprovechando la nieve para ir a esquiar a las estaciones cercanas y yendo en verano a una zona más fresca de la península.