El hermoso pueblo francés que limita con España, tiene preciosas casitas y un bosque de cuento
En Ainhoa, las fachadas de madera que miran hacia el este son mucho más coloridas (Calips en Wikimedia Commons)

Ainhoa, una joya enclavada en los Pirineos Atlánticos, emerge como un cautivador pueblo francés que deleita a los viajeros con su encanto histórico y su entorno natural pintoresco. Limitado con España, este destino único deslumbra con preciosas casitas de estilo labortano y un bosque que parece sacado de un cuento de hadas.

Este pueblo francés, situado a orillas del río Nivelle y rodeada por las comunas de Souraïde, Saint-Pée-sur-Nivelle, Espelette e Itxassou, se perfila como un testimonio vivo de la riqueza cultural vascofrancesa.

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Coloridas fachadas de los edificios de Ainhoa (Marianne Casamance en Wikimedia Commons)

Ainhoa, el pueblo francés que parece sacado de un cuento

Reconocida por Les plus beaux villages de France, Ainhoa, rebautizada como Mendiarte durante la revolución, se distingue por su patrimonio religioso, forjado a lo largo del Camino de peregrinación a Santiago de Compostela y la vía de Baztán. En esta línea, este pueblo francés cautiva a los visitantes con sus tradiciones arraigadas y su posición estratégica entre el valle del Nive y la frontera navarra.

Ainhoa revela además una peculiaridad arquitectónica notable en sus fachadas. Mientras que la tradición vasca orienta las casas hacia el Este para resguardarse de las inclemencias del océano, Ainhoa desafía esta norma.

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Capilla de Nuestra Señora de la Asunción (Pierre Bona en Wikimedia Commons)

Aquí, todas las fachadas de las casas a un lado de la calle principal miran hacia el oeste, creando un contraste visual intrigante. Este detalle se manifiesta en la vibrante paleta de colores y la ornamentación más llamativa en las fachadas orientadas al este, resaltando la ingeniosidad arquitectónica de la comunidad.

Explorar la calle principal de Ainhoa revela no solo la belleza de las fachadas, sino también los secretos grabados en los dinteles de las puertas. Estos dinteles, hechos de piedra y madera, no solo indican la fecha de construcción, sino que cuentan historias sobre los antiguos habitantes. Un ejemplo emblemático es la casa Gorritia, cuyo dintel relata la historia de Maria de Gorriti en 1662, un recordatorio tangible de la conexión de Ainhoa con América.

¿Qué se puede visitar y experimentar en Ainhoa?

Más allá de la calle principal, Ainhoa revela sus rincones secretos: jardines exquisitos, bosques de roble y huertas encantadoras. Este pueblo de artesanos acoge una variedad de comercios que ofrecen productos locales y artesanías.

Desde productos a base de leche de burro hasta talleres de madera artesanal, cada rincón cuenta una historia de tradición y dedicación. La Ferme Ithurria, con su Estrella Michelin, personifica la excelencia culinaria y la autenticidad de la región.

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Las hermosas casas del pueblito de Ainhoa (Wikimedia Commons-Calips)

Además, Ainhoa cuenta con el monte Atsulai ofreciendo una vista panorámica a 389 metros sobre el nivel del mar. La ascensión a la cima, a través de un camino empedrado desde el pueblo, revela una experiencia que combina esfuerzo y recompensa. Desde la cumbre, los visitantes son testigos de la belleza de Ainhoa, con el monte Larrun, los Pirineos y, en días claros, el océano en el horizonte.

Quienes lleguen a la cima del Atsulai, se toparán con la Capilla de Nuestra Señora de la Asunción. La leyenda cuenta que la Virgen María se apareció a un joven pastor en este lugar, marcado por un zarzal en llamas. La capilla, erigida en respuesta a este acontecimiento, se convierte en un punto de conexión espiritual y cultural. Procesiones anuales y la presencia de estelas discoidales y cruces del año 1898 enriquecen la experiencia en la cumbre.