La hegemonía palermitana terminó hace años, cuando la gentrificación de la ciudad rompió sus fronteras. Gastronomía, arte, hospitalidad: todo se encuentra por fuera de las zonas más tradicionales de Buenos Aires. Uno de los mejores ejemplos es Chacarita, el barrio del momento. Descubre en este artículo las mejores opciones para visitar, comer y comprar (en resumen, te decimos «qué hacer en Chacarita«).
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Cuervo Café
El local de Cuervo en Chacarita es, probablemente, el ejemplo más gráfico de la revolución cafetera que tuvo nuestra ciudad. Un ambiente cool y distendido, baristas expertos sacando bebidas frías y calientes con métodos distintos.
Feria Parque Los Andes
Todos los fines de semana, en el parque que linda con el cementerio. Como buena feria porteña, los puestos ofrecen absolutamente todo lo que se nos pueda ocurrir. Antigüedades, vajilla, juguetes, CDs, enanos de jardín. Y ropa, mucha ropa. Hay que revolver un poco, pero suelen encontrarse joyitas vintage a precios increíbles.
Picarón
El restaurante de Maxi Rossi, recientemente incluido en los recomendados de la Guía Michelin, es uno de los favoritos de la ciudad. Su cocina es original, fresca y actual; se respeta el producto local y de estación. La carta se complementa con una buena selección de vinos que recorre cada rincón de nuestro país, a cargo de su head somm, Diana Carolina.
Artlab
Un laboratorio de arte y tecnología, escondido entre las callecitas de Chacarita. Generan proyectos artísticos, culturales y educativos de índoles varias. Eventos de arte multimediales, shows de música, charlas, talleres y simposios; siempre hay un buen plan en Artlab.
La Fuerza
La Fuerza comenzó la revolución vermutera argentina y apostó al barrio cuando no era lo que hoy conocemos. El público lo agradece y sus mesas se llenan siempre. Vermú rico, para tomar con solo un sustito de soda o en cócteles (como el Chacarita Spritz, ya que estamos en tema). Para el verano crearon un híbrido de sidra-vermú con Pulku, que va como piña.
Na Num
El restaurante de Lis Ra, también recomendado Michelín, ofrece cocina coreana no tradicional. Ingredientes locales, técnicas coreanas y la creatividad del equipo Na Num. El ceviche de mejillones es imperdible y la humita resume a la perfección la mezcla entre las culturas gastronómicas.

Punto Mona
Mona Gallosi es una de las referentes de la coctelería argentina y su bar en Chacarita está a la altura. Cócteles originales, creaciones del paladar afiladísimo de la bartender, y clásicos para quienes no se animen aún. La barra es imponente, la música está buena y el ambiente es pura diversión.
Falena
Nada más lindo que pasear por horas en una librería, hojeando páginas, chusmeando portadas, leyendo contratapas. Falena es una de las más interesantes de la ciudad. La selección de libros es imponente, el diseño de la casa inmejorable y cuenta con espacios para sentarse a leer mientras se bebe un café (o una copa alcohólica, por qué no).

Lardito
Lardito es el hermano porteño de Lardo&Rosemary, en Zona Norte. El restaurante-winebar-vinoteca transformó una casona típica de barrio en un espacio de disfrute donde se come y bebe de maravillas. Vinos de todo el país, con algunas etiquetas que no se ven frecuentemente, y platos ricos ricos. Las papas fritas son gloriosas.
Cementerio de Chacarita
Bueno, en la lista no podía faltar. Pero no lo pusimos al principio para no pecar de obvios. Para quienes gusten de pasear entre lápidas, el Cementerio de Chacarita es una gran opción. Tal vez no sea tan glamoroso como el de Recoleta, es verdad, pero es la necrópolis más grande de todo el país.

Anchoíta(s)
El imperio Anchoíta colonizó Chacarita y nos hizo felices. El restaurante está muy bien (reservas no hay pero con un poco de paciencia se consigue mesa), especialmente para comer pesca de río. La Cava es un planazo para probar vinos del mundo por copa y recorrer nuestro país a través de sus quesos. La Panadería ofrece clásicos con materias primas de excelsa calidad y rico café.
Otro multiespacio abocado a la expresión artística. En este centro cultural se hacen ferias, festivales, exhibiciones y fiestas. La programación es variada y ecléctica, por lo que conviene seguirles el rastro por redes sociales, siempre hay algún plan divertido.
Blind Fragances
La multipremiada casa de fragancias de autor sin género tiene sede en Chacarita. Todos los perfumes están disponibles para probar, con sus notas de cata y explicaciones. Hay una estación de re-fill para quienes quieran rellenar sus envases frasquitos de Blind vacíos.

Sofá, un bar
Agostina Elena y Sabrina Traverso reconvirtieron esta esquina tan concurrida, transformándola en un bar imperdible. La música es genial, la hospitalidad no falla y los cócteles son perfectos: hay para todos los gustos, el hilo conductor es el equilibrio.
Facón
Turistas que buscan souvenirs rioplatenses, prestad atención. Facón es una boutique de artesanías argentinas de toda índole: objetos, cuchillos, telas y esculturas. Todo tiene identidad local bien marcada, sin caer en obviedades.
Condarco
Un barcito de vinos pequeño y con alma. La propuesta es simple, no da vueltas: vinos argentinos en una selección corta pero variada, que siempre cambia; platos sabrosos y honestos (¡la tortilla, por favor) donde se ponen en valor los productos de temporada, y un servicio amable. Los precios son muy lógicos y siempre se llena.
Nave Especiario
La meca de las especias en esta ciudad. Nave ofrece nuestros condimentos más tradicionales en calidad premium y algunas rarezas que no se consiguen fácilmente. Fenogreco, azafrán, harissa, pandam, la pimienta que se te ocurra. Todo se consigue en el especiario.

Ácido
El restaurante de Nicolás Tykocki es una invitación a disfrutar la gastronomía de otra manera, más relajada. Su cocina es ecléctica, variada, algo disruptiva. La coherencia de la carta llega por algo muy simple: el foco en el sabor. Ambiente canchero, vajilla de abuela y una selección de vinos muy interesante, ideada por Valentina Litman.
Buenos Aires es ciudad de teatros, no hay dudas. No sólo por sus grandes salas en Avenida Corrientes, hay pequeños proyectos independientes diseminados por doquier. La calle Guevara tiene el suyo. Además de obras teatrales, hay shows de música y fiestas.
Naranjo
Plan de noche de verano: sentarse en una mesa sobre la calle, bajo el árbol homónimo; tomar un vino con historia, por copa o botella; comer un plato de vegetales de estación, rebosante de frescura. Naranjo es uno de los primeros wine-bars de Buenos Aires y, sin dudas, uno de los mejores. No me crean a mí, fue uno de los favoritos de Dua Lipa.