
“Soy mi propia musa, soy la persona que mejor conozco”. Esta afirmación, que, según mi opinión, refleja la imagen que muchas mujeres quieren tener de sí mismas, se ve reflejada en el trabajo de Frida Kahlo. Y tiene sentido porque ella fue quien pronunció esas palabras en algún momento de su vida. Conocida por sus autorretratos, a menudo calificados (para su disgusto) como surrealistas, el nombre, obra e imagen de esta pintora mexicana no solo genera fascinación en su país natal, sino también en el resto del mundo.
A medida que leo más sobre ella, me doy cuenta de que ha sido descrita como una persona apasionada, tenaz, intensa, honesta y fuerte. Los trazos que le dan forma a sus ojos en Diego y yo (1949), exhibida en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires entre agosto de 2022 y abril de 2024, me transmitieron exactamente eso. Pero ahora me pregunto: ¿los demás siempre tuvieron esa percepción de ella? ¿Existe otro lado de Frida que muchos (incluyéndome) aún no han descubierto?
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Soy una fiel creyente de que los lugares pueden decirnos mucho sobre quienes rieron, lloraron y vivieron allí. Por eso, decidí explorar los sitios que marcaron la vida de Frida Kahlo mientras vivía en la Ciudad de México.
“Me paso la vida soñando con volver a México”, Frida Kahlo
La Casa Azul
La Casa Azul, ubicada en el número 247 de la calle Londres en Coyoacán, ha sido uno de los puntos más visitados del barrio desde 1958, año en el cual abrió sus puertas como un museo dedicado a la vida y obra de Frida Kahlo. Sin embargo, mucho antes de convertirse en un ícono local, esta edificación fue el hogar de los Kahlo-Calderón. A principios del siglo pasado, Wilhelm, un fotógrafo alemán que luego castellanizaría su nombre, y Matilde, oaxaqueña de nacimiento, construyeron esta vivienda para criar a sus cuatro hijas, entre ellas la protagonista de esta nota.
Frida, cuyo nombre completo es Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, llegó al mundo el 6 de julio de 1907 en este mismo espacio. Durante su infancia y juventud, se acostumbró a su estilo colonial europeo, se sentó en la mesa de la cocina, donde estuvo rodeada por estufas a base de carbón y una encimera de cerámicas azules y amarillas, y recorrió el patio central en innumerables ocasiones. Tras su accidente a los 18 años, la casa pasó a ser su refugio personal y fue allí donde dio origen a gran parte de su portafolio.
Tras su boda con el muralista Diego Rivera en 1929, la pareja transformó la Casa Azul para adaptarla a su estilo de vida. El jardín (1937) y el estudio de Frida (1946) fueron algunos de los cambios más significativos. Hoy en día, los visitantes pueden experimentar su lado más cotidiano gracias a una colección permanente que incluye, entre otras cosas, su cama con dosel, vestidos, cartas, bocetos, joyas y libros en distintos idiomas.
- Dónde: Londres 247, Colonia Del Carmen, Coyoacán, Ciudad de México.
Un vecindario bohemio
La Casa Azul es una de las razones por las cuales Coyoacán se convirtió en un imán para los devotos de las expresiones estéticas y la historia. A pesar de ello, este barrio también está lleno de rincones que funcionan como ventanas para entrar en contacto con las tradiciones y la autenticidad de la Ciudad de México:
- Jardín Centenario.
- Museo Nacional de las Culturas Populares.
- Mercado de Coyoacán.
- Capilla de Santa Catarina de Siena.
- Parroquia San Juan Bautista.
- Viveros de Coyoacán.
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Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo
En 1931, Diego Rivera encargó al arquitecto Juan O’Gorman el diseño y la construcción de dos casas-estudios, una para él (roja) y otra para su esposa (azul). Considerada “una de las primeras edificaciones funcionalistas de Latinoamérica” por el Gobierno de la Ciudad de México, el complejo fue declarado Patrimonio Artístico de la Nación en 1998 y, naturalmente, está lleno de cuadros, herramientas de trabajo, cámaras, negativos y muebles que pertenecieron a la pareja.
“La pintura lo ha sustituido todo”, aseguró Frida, quien se dedicó de lleno a esta actividad para sobrellevar el dolor físico y emocional que sufrió a lo largo de los años. De hecho, es en este sitio donde produjo obras emblemáticas como Lo que el agua me dio (1937), una pieza al óleo que, fiel a su estilo, posee objetos que simbolizan sus vivencias, y Las dos Fridas (1939), donde se plasmó a sí misma como alguien dual.
Los boletos para acceder al Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo pueden adquirirse en la entrada y cuestan USD 2.25. Las visitas guiadas ocurren de martes a domingo a las 11:00, 13:00 y 15:00 horas y requieren reserva previa.
- Dónde: calle Diego Rivera s/n, San Ángel Inn, Álvaro Obregón, Ciudad de México.
Museo Dolores Olmedo Patiño
Iba a detenerme aquí, pero siento que debo incluir un lugar más: el Museo Dolores Olmedo Patiño. Ubicado en una hacienda del siglo XVI en Xochimilco, el museo lleva el nombre de una mujer de negocios, coleccionista y filántropa que supo amasar un patrimonio con más de 6.000 obras, incluyendo piezas precolombinas y trabajos de los muralistas Angelina Beloff y Pablo O’Higgins.
Desde Henry Ford Hospital (1945), una representación de los efectos que su aborto espontáneo tuvo sobre su mente y cuerpo, hasta La columna Rota (1944), el recuento de las secuelas de su accidente, esta institución brinda una oportunidad única de recorrer las etapas de la historia de Frida a través de su legado físico.
Una cosa a tener en cuenta antes de visitar este museo es que, debido a la rotación o trabajos de conservación de las pinturas, quizás no encuentres todos los cuadros de Frida colgados en las paredes. Pero eso no es una mala noticia, pues, como me dijeron una vez, siempre hay que dejar algo por fuera para tener una razón lo suficientemente poderosa como para volver. Así como cuando Magdalena no veía la hora de volver a sentir el encanto mexicano tras vivir tres años en Estados Unidos.
- Dónde: Avenida México 5843, La Noria, Xochimilco, Ciudad de México.