
En un avión existen distintos códigos numéricos de cuatro dígitos con un significado en clave. Los pilotos introducen estos códigos en el transpondedor –un equipo que envía señales al radar del control aéreo-, donde cada código especial comunica una situación crítica.
Esta situación se transmite a través de un código para no tener la necesidad de hablar por radio, ya que podría ser imposible o muy peligroso, dependiendo de la situación en la que se encuentre el avión.
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Códigos de emergencia
Los tres códigos más graves son 7.500, 7.600 y 7.700. Los dos últimos significan fallo en las comunicaciones y emergencia general (grave) respectivamente.
Sin embargo, el número que jamás querrás escuchar subido en un avión es el 7.500 ya que su significado es que el avión está siendo secuestrado (hijacking) o existe amenaza de ello.

¿Qué se hace en estos casos?
Una vez el peligro se ha detectado y se ha comunicado por el transpondedor, se activa un protocolo de seguridad muy específico y delicado, para intentar detener o controlar la situación.
El controlador debe verificar la situación del avión sin alertar a los secuestradores. Su método puede variar, ya sea a través de mensajes codificados por radio o revisando el comportamiento del avión — maniobras, cambios de rumbo o altitud, etc. —.

Inmediatamente se notifica a las autoridades, en este caso a la autoridad de aviación civil, policía y fuerzas de seguridad correspondientes al país en el que se encuentre la emergencia de vuelo. En caso de tratarse de un vuelo internacional, se acude a la Interpol.
Se debe intentar mantener la comunicación con el controlador, siempre de manera segura y sin alertar a los secuestradores. En caso de que la comunicación suponga un riesgo o se ejecuten movimientos sospechosos los secuestradores podrían alertarse.
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Equipos de seguridad
Si es posible la comunicación, el vuelo podrá ser redirigido a un aeropuerto preparado para un aterrizaje de emergencia, siempre de manera segura. Allí le esperarán los bomberos, policías y equipos especiales.
Una vez hecho el aterrizaje se coordinarán los equipos de seguridad: negociación si es necesario y fuerzas de intervención táctica. Es posible que todo sea más sencillo y no se requiera de su uso, pero deben estar preparados en el lugar de aterrizaje.

Todos los movimientos tanto de secuestradores, como del avión y fuerzas de seguridad quedan registrados. Todos los casos sirven de ejemplo de estudio para casos posteriores, evitando situaciones parecidas y disponiendo de mayor seguridad.
En resumen, el número 7.500 no querrás oírlo subido a ningún avión ya que no solo pone en alerta a todos los equipos de seguridad, también tú puedes estar en riesgo sin ser consciente de ello. Para no causar una situación de pánico todas las operaciones se llevan a cabo con sigilo y estrategia segura.







