
Las tormentas tropicales pueden causar graves problemas en las costas debido a sus intensos vientos y lluvias. Estas tormentas, al desarrollarse en los océanos, generan nubes densas y precipitaciones que pueden provocar inundaciones y daños en las áreas costeras. Algunas de estas tormentas evolucionan y se convierten en huracanes, con impactos aún más devastadores como Carlotta.
Carlotta, el tercer ciclón de la temporada en el Pacífico, se convirtió en huracán este viernes. Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), aunque toque tierra, sus desprendimientos nubosos reforzaron la probabilidad de lluvias y vientos fuertes en el estado de Baja California Sur.
El ciclón, que surgió el miércoles como tormenta tropical, estaba ubicado a 730 kilómetros al suroeste de Cabo San Lucas, uno de los destinos turísticos más importantes de México, aunque su trayectoria se alejó del territorio mexicano.
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¿Qué hace que una tormenta tropical se convierta en huracán?
La transición de una tormenta tropical a huracán ocurre cuando la tormenta intensifica su fuerza, alcanzando velocidades de viento sostenidas de al menos 119 kilómetros por hora. Carlotta, con sus vientos que oscilaban entre 40 y 60 kilómetros por hora y oleajes de hasta 2 metros, se fortaleció en un ambiente propicio de temperaturas cálidas del océano y baja cizalladura del viento, lo cual permitió su evolución a huracán.
El SMN y el Centro Nacional de Huracanes (NHC) habían indicado que Carlotta podría convertirse en huracán categoría 1 el jueves 1 de agosto y que se fortalecería a categoría 2 para el viernes 2 de agosto. Su trayectoria proyectada, dirigiéndose hacia altamar, minimizó los riesgos de impacto directo en las costas mexicanas, aunque sus bandas nubosas continúan causando lluvias y vientos en Baja California Sur.

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Este proceso de formación de un huracán depende de varios factores, incluyendo la temperatura del agua del océano, la humedad en la atmósfera y la ausencia de vientos cortantes que puedan desestabilizar la estructura de la tormenta.