Templo Gotokuji, el lugar de origen del gato de la suerte japonés
Con ambas patitas en alto, ciertos maneki-neko prometen una dosis doble de suerte. Créditos: Melvina Mak/Usplash

A primera vista, el templo Gotokuji se parece a cualquier otro santuario budista. Posee una pagoda de madera de tres pisos, un ambiente calmado y senderos para caminar. Pero, al adentrarnos en este lugar,  el ojo se encuentra con miles de estatuas de gatos blancos que visten un elegante collar rojo. Se trata del famoso maneki-neko o “gato que atrae a la suerte”. Sí, aquellos que se parecen a las figuritas doradas que nos dan la bienvenida en la tienda asiática de la esquina.   

De madera o porcelana, con una moneda o una sonrisa afable, existen múltiples versiones del gato de la suerte, pero aquellos que habitan los jardines del Gotokuji tienen una característica distintiva: todos levantan la pata derecha. Si bien un detalle tan minúsculo podría parecer irrelevante, en realidad encierra un significado profundo. A diferencia de la pata izquierda, que invita a las personas a entrar, la derecha atrae dinero y buena fortuna. Este gesto, que se repite en todas las esquinas del templo, crea una escena tan enigmática como cautivadora y nos invita a sumergirnos en la leyenda que les dio origen.

El secreto detrás de un talismán de fama mundial

Por mucho tiempo creí que el maneki-neko era un amuleto chino, hasta que descubrí su verdadero orígen. Resulta que este felino está arraigado a la cultura de la Tierra del Sol Naciente y que existen varios cuentos que explican su nacimiento. Las más conocidas están vinculadas con el templo Gotokuji, que está a una hora en tren del barrio tokiota de Ginza

Ambientada en el período Edo, a principios del siglo XVII, la primera leyenda dice que, mientras estaba en la zona de Setagaya, en el suroeste de Tokio, Ii Naotaka, un señor feudal, quedó atrapado por una tormenta. Mientras esperaba, tomó el “saludo” del gato que vivía en el templo como una señal para entrar y hablar con su dueño. Como agradecimiento, Naotaka financió una renovación en 1633 y le dedicó el lugar al clan Ii, célebre por su influencia, habilidades militares y capacidades administrativas. De hecho, hoy en día algunos de sus miembros yacen en el cementerio que está en el fondo de la propiedad.

El daimyō, como también se les dice a los gobernantes del período temprano de Edo, falleció casi tres décadas después. La pérdida motivó a los locales a erigir «un santuario cerca del templo» en honor a su “querido” maneki-neko, de acuerdo con las palabras que Takashi Kimira, representante del santuario, compartió con The Washington Post a principios de este año.

Aunque tiene el mismo desenlace, la segunda historia gira en torno a un samurái que viajaba por la región. Él también se vio obligado a detenerse debido a la lluvia, pero se cobijó debajo de un árbol. Fue entonces cuando vio al gato que estaba radicado en el templo. Casualmente o no, lo saludo con una de sus patas. Justo en el momento que el hombre siguió al minino, un resplandor iluminó el cielo y destruyó el árbol bajo el cual se había refugiado. Al igual que Naotaka, lo tomó como una especie de intervención divina. 

Ambos relatos tienen su propio encanto y son una pequeña muestra de una fascinación que existe desde tiempos ancestrales… Por lo menos desde el período Heian (794 -1185 d.C.) cuando estos animales eran escasos en el país. En mi opinión esto explica la existencia de cat cafés como Mocha y sitios como Gotokuji.

En busca del gato de la suerte japonés

Volviendo al aspecto turístico de Gotokuji; está ubicado en 2 Chome-24-7 Gotokuji, en el barrio de Bunkyō, y se puede llegar fácilmente a través de la línea Odakyu. Antes de encontrarse cara a cara con los “shou-fuku byou-ji”, una expresión que significa “lugar donde se atrae la buena fortuna” y está estrechamente relacionado con el gatito de la suerte, hay que recorrer unos caminos flanqueados por una serie de árboles y arbustos cuidadosamente arreglados. En el templo también hay máquinas expendedoras temáticas y numerosos emas con las oraciones de visitantes anteriores. 

En la parte izquierda del complejo se encuentra la razón por la cual muchos hacen este viaje. Un felino de bronce, cuya cabeza ha logrado un brillo dorado a causa de las innumerables caricias que ha recibido a lo largo del tiempo, le da la bienvenida a los turistas. Solo queda doblar la esquina para ver a la estrella del espectáculo. No hay necesidad de apresurarse, ya que las filas de maneki-nekos esperan pacientemente. 

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Una estatua de bronce custodia el arco de madera que marca la entrada a la zona que está dedicada al gato de la suerte. Créditos: Kiya Golara/Unsplash

Naturalmente, hay una tienda de regalos que vende omikujis, papeles que contienen una predicción sobre la fortuna, y, cómo no, estas icónicas figuritas en distintos tamaños. Puede resultar tentador comprar un par para contribuir al crecimiento de la población de animalitos, pero un cartel de la Universidad de Mujeres de Showa aconseja lo contrario. ¿La razón? Se dice que el maneki-neko concede deseos solo si lo pones en tu casa. Además, es importante recordar que no cumple la misma función que el ema, la tablilla de madera que se utiliza para comunicar anhelos personales o agradecer. Por lo tanto, no es necesario escribir sobre este souvenir.

Durante Oshōgatsu, el Año Nuevo japonés, las ofrendas aumentan y nuevos gatitos se suman a la familia. Por ello, los meses de enero y febrero son ideales para visitar esta locación. En otoño, que va de septiembre a noviembre, el ambiente se vuelve aún más especial gracias al castaño rojizo que presentan las hojas de los arces. ¿Qué momento elegirías para ir a conocer al gato de la suerte

En un país donde los gatos simbolizan la buenaventura, tiene que haber otros lugares dedicados a ellos, ¿no? ¡Por supuesto!

El santuario de Imado, en Tokio, alberga el «primer maneki-neko de bienvenida de la era Edo» y suele ser frecuentado por los románticos que quieren que les vaya bien en el amor. El templo Ōmatsu Daigongen, por su parte, se ha vuelto popular en Anan debido a la leyenda de Nekogami-sama, o «dios gato» en español. Conforme a la oficina de turismo de Shikoku, es el hogar de unos 10 mil gatos de la suerte y un punto de encuentro para «orar por buenos puntajes en los exámenes y éxito» en otras aventuras personales.