A 57 kilómetros río arriba de Leticia, la capital del departamento de Amazonas en Colombia, existe un hotel con construcciones amigables con el medio ambiente (que aquí es selva poderosa), personal amable, comida cinco estrellas con ingredientes de la región, una reserva de 50 hectáreas de bosque intacto e iniciativas sociales que involucran a las comunidades vecinas de Mocagua, El Vergel y Macedonia.
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Este precioso hotel quedó en 2021 en la lista de oro de Condé Nast Traveler y tuve la fortuna de visitarlo por seis noches mientras acompañaba a mi amiga y maestra Marcela Ramírez en su retiro El despertar de la diosa.
Estas son algunas de las actividades que hicimos, sin entrar en detalles sobre el retiro, que súper recomiendo para todas las mujeres que quieran conectarse con su poder femenino y de su sexualidad.





Un lugar llamado Calanoa Amazonas
Desde que una arriba en el muelle en forma de proa de barco se da cuenta de que Calanoa es un sitio especial: en medio de la selva con su banda sonora surreal de sapos, ranas, grillos y pájaros; como el camungo, un ave que parece una especie de paujil grande.
Para llegar a las cabañas, al comedor y a la cocina del hotel se camina por pequeños senderos de tabla de madera amazónica, entre una galería de la naturaleza que incluye: hongos de todos los tamaños, colores y texturas; trepadoras que parecen pegadas a los troncos de los árboles; abejorros gigantes que hacen su nido en la tierra y zumban como un mantra infinito; y flores de colores brillantes que complementan los miles de tonos de verde que cubren todo; porque si el verde tiene una capital de su reino, esa es el Amazonas.









Mis cabañas preferidas fueron las que quedan directamente sobre el río Amazonas, el gran río, el más caudaloso del mundo. Pero también hay otras como la casa en el árbol y la casa grande en donde el amanecer está acompañado de sonidos como estos:
En la cocina del hotel, que es preciosa, todo lo guardan fresco en canastas tejidas y se cocina en horno y fogón de leña, por lo que la comida siempre tiene ese sabor ahumado especial que solo da la leña de verdad.
Mary y Guillermina, las chefs, tienen una sazón increíble; desde los jugos de frutas amazónicas como arazá, açaí y copoaçu, pasando por el pan de arracacha hecho en el hotel y las galletas de avena, hasta los envueltos de pescado con casabe y fariña de yuca; absolutamente todo es exquisito (incluyendo la conversación con las cocineras y sus ayudantes).




Además, en la cocina también están los bananos y, por lo tanto, los monos llegan a pedir que les den fruta. En la temporada de lluvias, hay muchas en la selva entonces no vienen tan seguido como en la temporada seca, en la que pueden acudir hasta tres veces al día. A nosotros nos tocó ver los «bebeleche» pero nos contaron que también llegan monos ardilla.
Todo el mobiliario del hotel está hecho en maderas amazónicas con técnicas de las comunidades locales. Mi amor absoluto: los banquitos en forma de animales tallados elaborados por los artesanos del Vergel Hugo León y Henry Carvajal, obras de arte en las que uno se puede sentar.

La recomendación cuando la tarde está despejada es echarse mucho repelente de insectos, cubrirse para evitar picaduras y acostarse en la punta del muelle a ver cómo va cambiando la luz.
El río se prende en «llamas» y la banda sonora pasa de pájaros a grillos aturdidores y ranas, mientras que una manada de cocuyos enciende las copas de los árboles que caen sobre el muelle. En la noche observamos decenas de satélites y las dos estrellas fugaces más grandes y brillantes que he visto en mi vida.
Un baño de barro tradicional
El día después de llegar nos levantamos temprano para encontrarnos con Bartolo, un médico tradicional indígena de la comunidad de Mocagua que nos recogió en su bote para llevarnos río arriba y adentrarnos por caños que crea la creciente del río en la época de lluvia.
A esa hora los sonidos de la selva inundada se oyen a todo volumen y el agua está tranquila y quieta, haciendo que el paseo sea relajante y placentero, y que se vea el río como un espejo gigante. Después de unos 20 minutos llegamos a un lugar donde Bartolo, de la etnia Ticuna, nos hizo un baño de barro y una curación con tabaco, que nos dejó renovadas y listas para los cinco días de retiro que se venían.
No la recomiendo para aquellas personas a las que no les gusta que las toquen (porque es en traje de baño de dos piezas y todo el cuerpo se masajea con barro). A mí me pareció lo máximo y la piel quedó muy suave después de lavarnos el barro en el río.



Dentro del marco del retiro hicimos también un ritual de sanación del útero en el que llevamos, como ofrendas, unas vasijas pequeñas de barro al pie de una ceiba majestuosa de más de 400 años. Un árbol de esos que emanan un poder que solo la naturaleza tiene en este mundo.

Isla Mocagua y la comunidad El Vergel
En los siguientes días también fuimos en bote a la isla de Mocagua, que queda frente al hotel. En los años 70, la comunidad de Mocagua vivía en la isla, pero el río empezó a subir cada vez más haciendo que tuvieran que trasladarse a tierra firme, justo al lado de Calanoa. Gracias a las inundaciones en la época de lluvia, ahora la isla es muy fértil y los habitantes de la comunidad tienen allí sus «chagras» o huertas con cultivos como papaya, yuca y cacao.

También es un lugar donde se lucen los lotos gigantes del Amazonas, que pueden alcanzar hasta tres metros de diámetro. Yo los había visto en jardines botánicos pero verlos aquí, en su entorno, rodeados de todo tipo de tonos de verde, de los sonidos de la selva y de perezosos que trepan por árboles centenarios, tiene esa magia que solo se encuentra en los lugares en los que la naturaleza sigue siendo la reina.
Como éramos un montón de mujeres, llevamos panties menstruales como donación para las comunidades cercanas, una alternativa higiénica y amigable con el medio ambiente porque pueden durar 2 años o más. Fue en El Vergel donde nos reunimos con todas las mujeres locales para repartir el regalo y contarles cómo usarlo; y de paso recargarnos de felicidad con las sonrisas que nos encontramos.







También charlamos con el abuelo José, quien nos contó sobre «la pelazón», el rito de paso de las mujeres cuando tienen su primer periodo y en el que se hace una fiesta con todo el pueblo. Durante la misma se les corta el pelo a las niñas para simbolizar el renacimiento como mujer.
Río arriba, hacia la comunidad de Macedonia, hay un mercado de artesanías que vale la pena visitar porque ofrece trabajos hermosos en madera. De bienvenida las mujeres hacen un baile tradicional, una buena excusa para otorgar un apoyo financiero y ayudar a conservar el patrimonio cultural de las comunidades ancestrales.
La selva para mí es un lugar de poder, no me importa ni el calor, que normalmente me incomoda muchísimo porque de fábrica vengo con la temperatura alta, ni los mosquitos, ni la humedad. Es como si volviera a casa. No paro de mirar a todas partes y en cada lugar que descanso la mirada, encuentro una prueba real y absoluta de lo que siempre he pensado: lo único perfecto en este mundo es el diseño de la naturaleza, lo que alguna vez alguien llamó, muy atinadamente, como «la tecnología de dios».
¿Cuándo se realiza el próximo retiro El Despertar de la Diosa?
Del 25 al 29 de abril del 2024. Para más info y reservas de cupo, aquí.
¿Cómo llegar?
Volando a Leticia, desde Bogotá. Del aeropuerto hay que tomar un transporte hasta el puerto donde deberás embarcar en un bote colectivo público que va parando en todas las comunidades a la orilla del río y se demora más o menos dos horas. Otra opción es contratar con anticipación un bote privado, organizando directamente con el hotel o con operadores turísticos en Leticia.
¿Qué llevar?
- Poncho impermeable
- Botas de caucho
- Repelente de insectos
- Linterna
- Powerbank para cargar el celular
- Toalla de secado rápido, yo, como siempre, me llevé mi favorita de Bubel Barcelona
- Pantalones, camisas y camisetas de manga larga de secado rápido para protegerse de los mosquitos y del sol
- Chanclas de plástico para caminar por el hotel
- 2 trajes de baño
- Gorra
- Dinero en efectivo para comprar artesanías y para dar propinas
- Una chalina o pashmina delgada para protegerse de los mosquitos
- Si van a llevar vestidos, que sean largos
- Termo para el agua
- Bolsas de plástico para traer la ropa húmeda o las botas
Algunas recomendaciones adicionales:
- Todo el plástico o basura no biodegradable que te lleves tráelo de vuelta a la ciudad.
- Si tienes espacio en el equipaje, averigua con las personas del hotel qué se necesita en las comunidades vecinas para llevar una donación.
- Deja espacio en la maleta para comprar mermeladas de Mary, una de las chefs del hotel, son de frutos amazónicos, DELICIOSAS.
- Si vas a ir solo a Calanoa puedes llevar perfectamente maleta de rueditas que es más cómoda que los backpacks grandes.
COLABORADOR
Valeria Duque es una fotógrafa, videógrafa y fotobordadora colombiana que en su cuenta @historiasdeviajes_ recomienda las travesías que hace por su país y el resto del mundo, acompañadas, como no, de muchas fotos. Siempre conectada con la naturaleza e involucrada en cuerpo, alma y mirada con los destinos que fotografía.
