Lo llaman el Cuerno de Oro; pero a oscuras, desde la orilla del Aliee Istanbul a donde llego muy entrada la noche, el paisaje simula el arco de una corona de zafíros y rubiés. Estoy en el centro de un horizonte que ondula entre colinas y que me envuelve en el resplandor de la Torre de Gálata, el puente de Atatürk y mezquitas que proyectan sus luces rojas, doradas y azules sobre este estuario de agua calma.
No hay silencio en esta noche; hay cesura. El “ezan” -la palabra en turco para el llamado a la oración en el Islam-, está agazapado y se enciende o se apaga, para los oídos agnósticos, como un compás espiritual a lo largo del día. Cuando comienza, resuenan en el horizonte coros ininteligibles y vibrantes que anuncian lo obvio: que estamos en un país mayoritariamente musulmán. Detrás de ellos, en segundo plano y sin hacer ruido, asoman los destellos de iglesias y sinagogas. Sus colores se entrelazan para sumar matices a una ciudad que comparte, en ese sentido, la belleza de los tapices kilim.
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Una nueva forma de habitar el lujo
La panorámica desde el jardín de Aliee Istanbul, dicho claramente, es imperial y majestuosa; pero su interior no es menos. Su arquitectura industrial traduce la misma impronta del paisaje a un lenguaje igual de sofisticado pero mucho más fresco y moderno. Los grandes volúmenes de los tres edificios que conforman el hotel (Casthouse, Atelier y Heritage Villa) están vestidos por un interiorismo que mezcla materiales nobles, texturas y textiles con una maestría magnética. Se le suma a la atmósfera ese aroma que impregna las 100 habitaciones y que circula a través de sus pasillos monumentales repletas de obras de arte contemporáneo, ese ancla olfativa que desde entonces me remitirá siempre a este lugar. Bolluk Bereket Yagi se llama, y es una mezcla de aceites esenciales que se cree atrae la prosperidad y la abundancia, ayuda a calmar la mente y el cuerpo, y crea una atmósfera de energía positiva y felicidad.
La frescura no solo la da el escenario, también quienes actúan en la obra. Todos los que trabajan acá, desde conserjes, curadores de experiencias, supervisores, anfitrionas, mozos, bartenders, son jóvenes de no más de treinta años, vestidos con un uniforme sport-chic a tono con la paleta de color del interiorismo. Se mueven con hospitalidad pero sin posturas ante los huéspedes. Siempre ofreciendo soluciones personalizadas y palabras amables.
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Aliee Istanbul abrió hace solo cinco meses en Tersane, el barrio más joven de Estambul. La zona, antes un antiguo astillero otomano de 600 años de antigüedad, está siendo reconvertida en el destino más trendy y cool de la ciudad, ahí donde los jóvenes que forman parte la creme turca quieren que los vean. Está ubicado junto a un conjunto de desarrollos inmobiliarios, comerciales y culturales, como el hotel Rixos Tersane Istanbul y The Mall Tersane Istanbul, que definen el nuevo lujo contemporáneo de la ciudad.
Detrás de Aliée está un equipo visionario que concibe la hospitalidad como una forma de expresión cultural: una casa para las mentes curiosas, un lugar donde el arte convive con la memoria, y el bienestar se convierte en experiencia estética.
Aliée Well+: una pausa para restaurar el cuerpo
Llegué a este hotel de espíritu artístico y vocación curatorial por recomendación de Natalia Ordoñez, creadora de Be Part of The Journey, una agencia boutique de viajes que atinó en lo que necesitaba: un refugio en Estambul donde hacer un alto y descansar después de un vuelo largo desde Buenos Aires y antes de subirme a otro igual de extenso hacia Indonesia.
Acá, la propuesta para restaurar el cuerpo no se reduce a un spa: es una filosofía de restauración integral. Aliée Well+ es un santuario de 4.500 metros cuadrados distribuidos en tres niveles que ofrece una sinfonía de tratamientos que combinan tecnología, tradición y ciencia.
Inspirado en los antiguos hammams -baños turcos-, el espacio incorpora protocolos de longevidad desarrollados junto al London Regenerative Institute, que incluyen desde biohacking y crioterapia hasta terapias de sueño y medicina funcional personalizada. Los tratamientos de Regenerative Esthetics y Longevity Clinic se complementan con rituales turcos reinterpretados —baños de vapor con esencias botánicas, masajes con aceites de oliva del Egeo, terapias de sonido y meditación guiada—, creando un equilibrio entre lo ancestral y lo vanguardista.
El Well+ Lounge, por su parte, eleva el arte del té a un gesto casi ceremonial. Con un equipo de sommeliers especializados, el lounge ofrece infusiones diseñadas según la energía o el estado del huésped: té dorado de Yunnan, yerba mate artesanal o blends exclusivos elaborados junto a Melez Tea. La experiencia se completa con ceremonias de degustación y talleres sobre los beneficios del té como herramienta de bienestar.
Gastronomía con espíritu de atelier
En el corazón del hotel se encuentra Taste by Thomas Bühner, dirigido por el chef alemán cuyo restaurante La Vie fuera galardonado con tres estrellas Michelin. Aquí, Bühner propone una cocina que trasciende fronteras: platos que combinan la precisión técnica de la alta cocina europea con los matices aromáticos del Mediterráneo oriental.
A unos pasos, Little House —ubicado en un antiguo jardín real— ofrece una experiencia más relajada. Los huéspedes pueden llegar incluso en barco hasta el embarcadero privado, y disfrutar de un menú de temporada que celebra la cocina consciente: verduras locales, quesos artesanales, vinos biodinámicos y la propuesta Green Corner, dedicada a platos plant-based llenos de color y textura.
El Pink Bar, con su carta firmada por el mixólogo David Ríos, es un manifiesto de la coctelería contemporánea: combinaciones de aromas florales, infusiones orientales y destilados turcos reinterpretados con elegancia. En contraste, el Wine Bar celebra los vinos locales y globales, mientras que Mondaine de Pariso İstanbul ofrece una experiencia inmersiva entre performance, música y gastronomía, evocando el espíritu bohemio de un salón parisino.
Y al aire libre, en Hasbahçe, los jardines frente al mar —inspirados en los antiguos vergeles de los sultanes— invitan a cenar bajo los árboles junto a un horno de cobre donde se hornean pizzas napolitanas con acento turco.
Mientras realizo uno paseo a bordo de un bote de Alièe por el Cuerno de Oro comprendo que este lugar no fue concebido solo para hospedarse, sino para habitar un estado de ánimo. En la conjunción entre arte, cuerpo y placer, Aliée propone una nueva forma de estar en Estambul: no como visitante, sino como parte de una conversación eterna entre Oriente y Occidente. Todo aquí —un plato, una obra, una taza de té— parece recordar que el lujo verdadero es poder hacer una pausa y admirar.
