Shangri-La Paris, ecos del pasado
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La sofisticada mampostería de piedra en la fachada estilo Luis XIV se erige como el rostro imperturbable de una edificación testigo inmutable de los acontecimientos del último siglo en Francia. Aquí, Shangri-La Paris invita a sus huéspedes a sumergirse en una experiencia auténtica, haciéndolos sentir miembros de la realeza.

El majestuoso lobby, diseñado con cinco diferentes tipos de mármol, transforma el espacio de una manera casi mágica, para transportar a los visitantes a los albores del siglo XX. Parado ahí es fácil imaginar que el príncipe Roland Bonaparte, el primer propietario de estajoya arquitectónica construida en 1896,camina por los pasillos del lugar.

Después de un meticuloso proyecto de restauración en 2006, el hotel destaca en su diseño de interiores una paleta de colores que abarca diversas tonalidades de azul, blanco y color crudo, esto le permite mantener la estética del imperio europeo y el arte asiático.

En cada rincón de la propiedad la sublimación del estilo francés converge con las espectaculares vistas a la Torre Eiffel o el río Sena, que se dibujan como auténticas obras de arte a través de los ventanales en sus más de 100 habitaciones, incluidas 37 lujosas suites, todas ellas imbuidas de un cautivador estilo.

Al estar ubicado en el corazón de la vibrante escena urbana y social de esta capital europea, Shangri-La Paris se convierte en el destino ideal para explorar con detenimiento un elegante vecindario, donde las propuestas artísticas laten en cada esquina.

París como nunca

Esta zona alberga una de las mayores concentraciones de museos en toda Europa: destacan el Palacio de Tokio, el Museo del Hombre, el Museo Marmotta Monet o el Museo de Arte Moderno. Una apacible y corta caminata conduce hasta la puerta de cada uno de ellos.

Al regreso, una propuesta gastronómica excepcional aguarda a los huéspedes, bien sea en el Shang Palace, el único restaurante chino con estrella Michelin en Francia, o en La Bauhinia, a cargo del chef Quentin Testart. Ahí, lo sabores del mar son revisados con maestría en un entorno único, definido por un hermoso domo de cristal, el cual permite que la luz natural inunde el espacio para crear momentos excepcionales.

Con todo esto, París reafirma por qué es conocida como la ciudad del romance y la sublimación del arte.