Más de 80 bares en 150 metros, la Rúa do Franco en Santiago de Compostela es el paraíso de las barras
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En un país con tantos bares como España resulta difícil destacar por la oferta gastronómica. La mayoría de capitales tienen una zona gastronómica o una calle emblemática para tomar unas tapas. Sin embargo, en Santiago de Compostela hay una calle que desbanca a todas las demás en cuanto a densidad: Rúa do Franco, con unos 80 bares, restaurantes y tabernas en apenas 150 metros.

Un enclave histórico

La historia de esta calle comienza en la Edad Media. Está situada en pleno casco histórico de Santiago, cerca de la plaza del Obradoiro y de la catedral. Los restaurantes recogen el testigo de las tabernas medievales que se asentaron en la calle para atender a los peregrinos del Camino de Santiago que llegaban de todo el mundo. De hecho, su nombre viene de los «francos», cualquier caminante que llega desde más allá de los Pirineos, como «hombres libres» o de una «Nación Franca».

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De alguna forma, la calle sigue conservando el propósito de su nacimiento. Los numerosos peregrinos que llegan a Santiago (499.181 en 2024) van a recuperar fuerzas a la Rúa do Franco. En cuanto a la gastronomía, la calle no solo destaca por la cantidad de opciones que alberga, sino también por la calidad de muchas de ellas.

Marisco, pescado, empanadas

Las fachadas de los restaurantes aún parecen sacadas de un escenario medieval. La cocha del peregrino está grabada en piedra en las paredes de muchos locales, recordando el peso histórico de esta calle e identificándolos como propiedad del Cabildo de Compostela. En otros están las cinco estrellas símbolo de la Universidad de Santiago o el árbol, que simboliza a San Martiño Pinario.

Hay tantas opciones para elegir que es complicado quedarse con alguna. Sin embargo, algunas tabernas han conseguido consolidarse gracias a tapas convertidas en iconos de la cultura de bar compostelana. Por ejemplo, el Trafalgar con sus famosos «tigres rabiosos» (mejillones picantes) o el Restaurante Casa Sixto, especializado en percebes, pulpo y bogavante.

También destaca el Vilar 64, situado donde estaba el mítico Abellá. Conserva la tapa más famosa de su predecesor, el cocodrilo. No, en Santiago no se comen reptiles, es cerdo con patatas chips caseras. Si la idea es probar una copiosa mariscada, A Barrola tiene una abundante oferta de este manjar.

El marisco gallego es una de las delicias más cotizadas de la gastronomía española. No necesita preparaciones demasiado elaboradas, cocido en agua con sal ya saca todo su sabor. En la Rúa do Franco se pueden encontrar opciones de crustáceos todo tipo: langostas, camarones, cigalas, bogavantes, nécoras, percebes, nécoras, bueyes de mar y un largo etcétera. En cuanto a moluscos: berberechos, ostras, mejillones, almejas, vieiras… la lista también es interminable.

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La lista de bares recomendables es larga: Fogar do Santiso, con una queimada famosa; A Noiesa Casa de Comidas, con un riquísima tortilla de Betanzos; Mesón El Bombero, abierto desde 1931; O Barril, con sus caldos tradicionales y el café de puchero; O Boteco, con sus empanadas, chorizos y lacón… La lista podría abarcar a casi los 80 bares porque la calidad de la Rúa do Franco no defrauda a nadie. Lo más recomendable es acercarse y dejarse llevar.

Una broma local

En Santiago de Compostela no solo hay peregrinos. Su comunidad estudiantil es grande y llena de vida las calles de la capital gallega. Fueron los estudiantes los que tuvieron la idea de llamarle ruta París – Dakar a ir de bares por la Rúa do Franco. La ocurrencia hace referencia al famoso campeonato de rally y consistiría en comenzar por el bar O París para acabar en el Dakar. Los locales comentan que, para no pasarse, el paseo no debería exceder los 15 bares. Ya se sabe, la retranca gallega…