Berghain y otras discotecas míticas de todo el mundo
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Cuando Rosalía lanzó su canción “Berghain”, muchos se preguntaron si era un homenaje literal al legendario club berlinés o una metáfora más íntima y espiritual. Aunque la artista confesó que nunca ha entrado en la discoteca, eligió el nombre por su carga simbólica: un templo nocturno que representa transformación y liberación.

Y es cierto: el Berghain no es solo un club, es un mito. Pero no es el único. A lo largo del mundo existen discotecas históricas que han marcado eras, culturas y movimientos musicales. Aquí repasamos seis de las más icónicas, su legado y por qué siguen resonando en la memoria colectiva.

Considerada por muchos como la capital mundial del techno, Berghain abrió sus puertas en 2004 en una antigua central eléctrica entre Kreuzberg y Friedrichshain. Su sala principal está dedicada al techno puro, mientras que el Panorama Bar ofrece un house más experimental.

La política de acceso es estrícta y seletiva, lo que ha contribuido a su aura de exclusividad. Además, en su sótano se encuentra el Lab.oratory, un club para hombres que ha sido parte integral del legado liberador del Berghain.

El club ha sido tan influyente que, incluso, un tribunal fiscal alemán lo declaró “institución cultural”, equiparándolo a teatros y museos. Esto habla de su valor más allá del ocio: Berghain se ha convertido en un punto de encuentro artístico, social y musical de referencia internacional.

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Si Berghain es un templo del techno, Studio 54 fue la catedral de la disco en plena era dorada. Inaugurado en 1977 en Manhattan, Studio 54 atrajo a celebridades como Diana Ross, Andy Warhol, Liza Minnelli o Elton John.

Durante sus años más famosos, el club fue sinónimo de glamour, hedonismo y exceso: fiestas temáticas, drogas, estrellas y un acceso tan exclusivo que muchos quedaban fuera. Su cierre en 1980 llegó tras problemas legales por evasión de impuestos, pero su legado permanece como símbolo de una época de libertad y brillo.

Hoy en día el local ya no es discoteca: se transformó en teatro, pero la leyenda de Studio 54 sigue viva en libros, documentales y la cultura pop.

La Haçienda, ubicada en Manchester, fue un pilar del movimiento «Madchester» y la cultura rave británica. Operó entre 1982 y 1997, financiada por Factory Records y la banda New Order.

Diseñada por el artista Peter Saville y el arquitecto Ben Kelly, la Haçienda tenía un estilo postindustrial que reflejaba perfectamente su espíritu alternativo. Llegó a convertirse en centro de música electrónica, acid house y experimentación sonora, al tiempo que rompía barreras sociales. Su cierre fue doloroso: el club se enfrentó a problemas económicos y de seguridad, pero su impacto cultural sigue siendo inmenso.

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Abrir en los años 90 con un enfoque radical sobre la música fue la misión de Ministry of Sound, uno de los clubes más emblemáticos en la historia de la música dance. Inspirado por el mítico Paradise Garage neoyorquino, su idea fue desde el principio priorizar el sistema de sonido sobre todo lo demás.

Cuenta con varias salas (como The Box, 103 o The Loft) y un sistema de audio de decenas de altavoces que permite un nivel de inmersión sonora pocas veces igualado. El club sigue activo y es una institución para los amantes del house, el techno y la música electrónica más pura.

Aunque no es una discoteca completamente distinta a Berghain, el Panorama Bar merece una mención aparte. Es la sala superior del Berghain y se diferencia por su programación de house más melódico, indie y ecléctico, frente a la intensidad techno del piso principal.

Una de las discotecas pioneras del techno, Tresor, abrió en 1991 en los sótanos del banco del mismo nombre en Berlín Este, poco después de la caída del Muro. En su día fue una cima de creatividad, mezclando música hardcore, techno industrial y cultura underground en un espacio áspero y subterráneo. Aunque ha cambiado de ubicación, todavía sigue activo hoy y es considerado una institución histórica del techno mundial.

Cuando Rosalía usa el nombre “Berghain” en su canción, no solo evoca un club de Berlín, sino todo un imaginario de libertad, danza interminable, deseo y redención. Esa misma mitología nocturna ha sido defendida antes por lugares como Studio 54, la Haçienda o Ministry of Sound. Son clubes que trascendieron su función simple de entretenimiento para convertirse en símbolos culturales, en templos de la noche donde la música se convierte en experiencia. Y, aunque algunos ya hayan cerrado sus puertas, su eco resuena en cada beat del mundo que sueña bailar sin límites.