
La tragedia de la alpinista Natalia Nagovitsyna ha dado la vuelta al mundo. Mientras intentaba el ascenso del Pico Pobeda (7.439 metros) se rompió una pierna y tuvo que interrumpir su periplo. Quedó varada en una tienda de campaña a unos 7.150 metros de altitud y todos los intentos de rescate resultaron infructuosos. Las autoridades de Kirguistán, donde se encuentra la montaña, han suspendido las tareas de socorro ante las nefastas condiciones meteorológicas. De hecho, dan por cerrado el caso hasta primavera, cuando intentarán acceder al cuerpo de la escaladora.
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Esta historia recuerda a otras aventuras de alpinistas que se enfrentaron a la naturaleza para conseguir la gloria. El pico más codiciado por los escaladores es el Everest. Con 8.848, 46 metros es el punto más alto del planeta. En los últimos años se suceden las noticias sobre las aglomeraciones que se crean en su subida, generando indignación entre los especialistas. Y es que, en la escalada a este pico del Himalaya muchos expertos han sucumbido en el intento. De hecho, algunos cuerpo, congelados han quedado como puntos de referencia para los nuevos aventureros.

Botas verdes
«Botas verdes» es el nombre popular para el cadáver del indio Tsewang Paljor, que falleció en la montaña en mayo de 1996. Quedó a unos 8.500 metros de altura y falleció a causa de una tormenta de nieve. Durante años, su cuerpo quedó recostado, en la misma posición en la que murió, calzando unas botas verdes.
Tenía 28 años en el momento de su muerte y era miembro de la Policía Fronteriza Indo Tibetana. Paljor no era inexperto y ya había coronado algunos picos de la cordillera del Himalaya. El comandante de su expedición, Mohinder Singh relató que Paljor y otros tres jóvenes consiguieron llegar a la cima desoyendo sus órdenes. Mientras él estaba en el Campo IV, a 7.906 metros, recibió por su trasmisor la noticia de que habían hecho pico. Él era el cuarto y declaraba que «fue un regalo de Dios» seguir vivo. Los tres murieron.
La primera vez que alguien documentó la presencia de «Botas verdes» fue en 2001. El alpinista francés Pierre Paper lo grabó en un vídeo. Para entonces, muchos escaladores ya lo tenían como punto de referencia. Su figura se perdió en 2014, cuando el norirlandés Noel Hanna pasó por el lugar donde estaba el cuerpo y no lo encontró. No se sabe con seguridad que ocurrió con él ni con otros cadáveres situados por la zona.
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La bella durmiente
Esa zona, en la que desapareció el cuerpo de «Botas verdes», es conocida como el «valle del Arco Iris». Está situada en la cara norte del Everest a más de 8.000 metros y debe su nombre a los coloridos atuendos que vestían los alpinistas fallecidos en ese lugar. Otro de los cuerpos tristemente célebres en la subida al pico es el de Francys Distefano-Arsentiev, bautizada por los montañistas como «la bella durmiente».
La escaladora consiguió el logro de ser la primera mujer estadounidense en coronar la cima sin necesidad de bombonas de oxígeno. En el descenso, sufrió una caída y su pareja, Sergei, que hacía la aventura con ella, se deslizó al vacío intentando rescatarla. Este hecho acaeció el 22 de mayo de 1998 a unos 8.850 metros. Dos escaladores, Ian Woodall, inglés, y Cathy O’Dowd, sudafricana, se cruzaron con Francys en su camino a la cima.
Aunque la pareja interrumpió su ascenso para atender a la accidentada, se vio obligada a abandonarla para preservar su propia vida. En una entrevista a The Guardian, O’Dowd contaba cómo Francys le decía: «No me dejes». Según la sudafricana, la piel de la escaladora era blanca y suave como de porcelana. En 2007, Woodall y O’Dowd volvieron al Everest con el propósito de rescatar su cadáver, que encontraron enterrado bajo la nieve. La dejaron, con ayuda de una cuerda, en el mismo despeñadero en el que había caído su pareja Sergei.

El dilema de David Sharp
El cuerpo de David Sharp es otro de los cadáveres tristemente célebres en la cara norte del Everest. Este británico murió congelado en 2006 a pocos metros de «Botas verdes». Fue un caso famoso porque al menos 40 alpinistas le vieron agonizante, aún con vida, mientras subían a la cima. Nadie le socorrió.
Cuando se conoció el suceso, se criticó a estos escaladores, diciendo que habían dejado morir a Sharp sin atenderle. El debate tomó un cariz más profundo ya que, desde hace un tiempo, muchos alpinistas consideran que la subida al Everest ya no es una proeza aventurera, sino una especie de atracción turística. Al año siguiente, los padres de Sharp pagaron una expedición para rescatar el cuerpo de su hijo.
El cambio climático
La subida de las temperaturas está provocando el avance del deshielo avance en el Himalaya. Con la desaparición del hielo, emergen más cuerpos de escaladores nunca rescatados. Algunos sherpas han declarado que el encuentro de nuevos cadáveres, de huesos y de restos humanos se ha convertido una nueva normalidad. Esta situación meteorológica ha propiciado el descubrimiento del legendario alpinista Andrew Irvine un siglo después de su desaparición. Sus restos llevaban décadas buscándose.