Los túneles secretos de Buenos Aires
Los túneles secretos de Buenos Aires son un favorito de los locales, así que vale la pena incluirlos en el itinerario. Créditos: Pexels/Martijn Adegeest

Si creías que ya conocías Buenos Aires de pe a pa, piensa otra vez. La capital Argentina no solo tiene algunos de los parajes más vibrantes y coloridos de la provincia en la que se encuentra (¿te suenan Caminito, en el Barrio de La Boca, y la Feria de San Telmo?), sino que también tiene un lado misterioso y muy poco conocido. Y no, no estamos hablando de sus cementerios o el Mercado de las Pulgas de Colegiales. Nos referimos a sus túneles secretos.

Estos lugares están bajo tierra y (casi todos) forman parte de importantes edificios religiosos. ¿No se te viene nada a la mente? La respuesta es fácil; son los túneles “secretos” del Seminario Metropolitano de Villa Devoto, la Iglesia de San Ignacio de Loyola, la Iglesia de Santa Felicitas y de un caserón conocido como el Zanjón de Granados. 

La otra cara de Buenos Aires

El Museo de los Túneles, ubicado debajo de la Iglesia de Santa Felicitas, es una experiencia sinigual. Está compuesto por una serie de cuartos temáticos que rinden homenaje a los vecinos del barrio de Barracas (incluyendo a los inmigrantes que se instalaron allí entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX), así como la arqueología de la zona. 

En uno de los espacios, por ejemplo, tendrás la oportunidad de ver cómo eran los baños antiguos. Por su parte, en el “comedor” hay una imagen que muestra a varios hombres utilizando los cubiertos y los platos de peltre que están dispuestos cuidadosamente sobre la mesa. También hay maniquíes con prendas de vestir de época, un mapa cartográfico y fotografías en blanco y negro. 

No podemos dejar de mencionar que en este lugar conocerás la trágica historia de Felicitas Guerrero de Álzaga, una chica que, a sus 18 años, se casó con uno de los comerciantes más acaudalados de la ciudad. Para saber qué le pasó debes esperar las visitas guiadas, que solo se realizan el último fin de semana de cada mes.

Villa Devoto puede ser uno de los barrios menos conocidos por los miles de turistas que visitan la Capital Federal cada año. Sin embargo, está lleno de rincones interesantes como la calle Maradona, la Academia Cultural Inglesa, Betular Patisserie y la Biblioteca Antonio Devoto. Otro paraje que merece ser parte de esta lista es el Seminario Metropolitano de la Inmaculada Concepción. ¿Por qué? En breve te lo contamos.

Un hecho curioso sobre este imponente edificio es que durante dos años fue la casa de estudios del actual papa, cuyo nombre real es Jorge Bergoglio. Por supuesto, ese no es el único detalle que ha despertado el interés de los vecinos. 

Con un techo ligeramente arqueado y paredes de ladrillo expuesto, la red de túneles subterráneos son el principal atractivo de los recorridos que ofrece la institución. Los pasillos son amplios y algunos tramos están ligeramente iluminados con una combinación de bombillas frías y cálidas. La penumbra que se experimenta en algunas partes contrasta con la luz que baña los anaqueles de roble de la biblioteca original y los asientos rojos del amplio salón principal. 

El barrio de San Telmo lo tiene prácticamente todo; mercados, restaurantes con propuestas muy interesantes y, como no podía ser de otra manera, su propio túnel. Dicha estructura  forma parte de un caserón que data del siglo XIX. Aunque el tiempo ha dejado su huella en las paredes, la casa está impoluta gracias a un trabajo de restauración que fue realizado hace casi 30 años.

Conocido como el Zanjón de Granados, el túnel era parte del sistema de desagüe de la vivienda. Aquel trabajo de restauración fue clave para dar con esta joya. Además, impulsó la participación de arqueólogos que hallaron objetos que pertenecieron a la familia que la ocupó hasta que la fiebre amarilla azotó el sur de Buenos Aires

Esta iglesia, que fue construida entre 1710 y 1722, es una de las más antiguas de Buenos Aires. Está ubicada a una cuadra y media de Plaza de Mayo y, al pararse frente a ella para apreciar los detalles de su fachada, es difícil adivinar que la estructura se extiende por debajo de la calle de adoquines.

Para llegar al subsuelo hay que atravesar la catedral, donde el párroco y los feligreses participan en las misas diarias. Allí abundan los arcos y las decoraciones de madera, una característica que es muy similar a otros templos de la capital. Luego hay que descender a través de unas escaleras que parecen estar hechas de mármol u otra piedra caliza.

Para ser del siglo XVIII, los llamados “túneles de los jesuitas” están muy bien conservados. Como es de esperarse, el ambiente es relativamente oscuro y se respira un aire solemne que obliga a bajar la voz y susurrar las propias impresiones.

La jornada finaliza con una visita al campanario, que también ha sido testigo de la evolución del microcentro porteño a lo largo de los años. La vista es el telón de fondo ideal para sacar algunas fotografías para el recuerdo.

Como verás, la capital del país austral es como un regalo que sigue dando de qué hablar. ¿Te atreves a perderte en sus túneles?