Barcelona: como un local (adoptivo) por Delfina Arroyo
Cortesía Librería Finestres

Delfina Arroyo es argentina, máster en Psicología y cantante. Nació en Buenos Aires pero hace casi 3 años vive en Barcelona, a donde llegó para continuar sus estudios. Desde la capital del arte en España, brinda consultas psicológicas online y explora su faceta musical cantando en bares, de barrio en barrio, y componiendo sus propias canciones (disponibles en Spotify).

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Llegué a Barcelona en noviembre de 2021 para realizar un máster y, desde ese entonces, esta ciudad me abrió sus puertas y me cautivó con su diversidad, su arte, su música, sus playas y su movimiento. Además, acá me animé a desarrollar mi carrera como cantante y desplegué sin tapujos mi faceta artística. Por más que lo venía trabajando desde hace muchos años, en Barcelona me permití mostrarme, creerme artista y empezar a cantar de manera profesional.

Barcelona estimula constantemente: siempre hay festivales, eventos, fiestas en las calles y podría seguir. Estas recomendaciones son una mezcla de lugares donde conecto con el arte, otros donde puedo encontrar tranquilidad y algunos más que me dejan con la panza llena y el corazón contento. 

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Cortesía Librería Finestres

Esta joyita es una librería imponente, con una variedad de libros inusitada. Al fondo tiene una cafetería sobre una terracita en la que te podés sentar a tomar un café, o simplemente disfrutar un rato de silencio y un libro, entre plantas.

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Cortesía de Nimura

Nimura también es una librería/ papelería en el centro de Barcelona, con un bar y terraza en el último piso. Allí, (y en muchos otros lugares de la ciudad) se celebran con frecuencia espacios abiertos donde los artistas pueden compartir su música y arte. Los organiza y dirije Alvaro del Ruste @roydelruste y se organizan por toda la ciudad. 

Marula Café es un bar en el Barrio Gótico donde con frecuencia se realizan Jam Sessions con artistas de altísimo nivel, que acaban con música funky/disco para bailar entre amigos. 

Si querés probar comida bien local, cortito y al pie, te recomiendo el restaurante de la esquina de mi casa: Bar Gelida, en el centro del barrio Eixample. Dicen que no hay plato que esté en el recetario tradicional catalán que uno no pueda encontrar aquí. Lo particular de esta esquina es que, así sea un lunes a las nueve de la mañana y estés con el café a cuestas, podrás encontrar a alguien en su propio mood tomando una cervecita al sol. Además, tiene esa vibra que a veces hace sentir que Barcelona todavía mantiene aires de “ciudad chica”. Tené presente que los domingos y feriados, como en todo pueblo que se respeta, cierran. Al terminar de comer podés ir a pasear por Consell de Cent, una de las calles peatonales más lindas de la ciudad.  

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Cortesía del Ayuntamiento de Barcelona

Para salir del ruido de la ciudad, otro refugio son los parques que hay por todo Montjuic. Mis preferidos sonJardines de Mossèn Cinto Verdaguer, donde hay una mini lagunita y mucho verde. Después podés cruzar a la terraza de Salts, donde esta la pileta olímpica y unas vistas increíbles de todo Barcelona. Eso sí, si venís caminando prepárate para una linda subida. ¡Pero vale la pena!

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Foto de chan lee en Unsplash

Para quien viaje con más tiempo a Barcelona, un lindo plan para disfrutar de un día de playa afuera de la ciudad es tomar un tren hacia Castelldefels y Sitges, cada uno tiene su propio encanto. También para el lado de la Costa Brava, la Cala Roca Grossa, una joyita en Sant Pol de Mar.

Por último, cuando extraño la comida casera de mi mamá voy al barrio de Sant Antoni en busca de El Laurel, un local de empanadas y comida argentina que capturó mi corazón desde el día uno. El plato estrella, en mi opinión, es una milanesa de berenjena que hacen con pesto de pistacho y ricotta: un poema. Para completar el plan podés terminar en el Cine Renoir, que está enfrente y es uno de los cines más antiguos de la ciudad.